miércoles, 16 de diciembre de 2009

¿Qué hacer para la segunda vuelta?




La tarea: construir la unidad. Escucha al amigo descontento. Dile que no se puede perder lo avanzado. Asume los desafios pendientes. Los "comandos", poco importan. Habla. Sé lider. Actua. Nadie te va a ir a buscar a la casa. . Asume que no puedes permitir que la derecha gane sin que tu hagas algo para evitarlo. Las quejas ni convencen ni cambian nada. Sé humilde. Unamonos con Frei en segunda vuelta: Por Chile


Si bien el análisis en profundidad se podrá hacer luego de los resultados de la segunda vuelta, y esta es la hora de la acción, hay que pensar un poco lo que pasó con la elección.

La derecha no ganó, de hecho bajó su votación. El tercio de derecha es casi la mitad. ¿Pero hay acaso aquí alguna sorpresa? Para nada, desde el plebiscito del SI y del NO, le ha sido imposible remontar esa “pequeña” diferencia electoral. Hoy se adelantan nuevamente, y celebran en su soberbia y exceso de confianza esta ventaja. Nos están subestimando nuevamente.

Arrate siendo un gran candidato, agregó muy pocos puntos a la votación de izquierda, otrora extraparlamentaria, pero jugó un rol brillante en la conducción del sector en la lucha contra la exclusión (que no ha terminado), “aunque se avanzó” como dijo él. Salud a los compañeros del Juntos Podemos, a quienes muchos Demócratas Cristianos hemos apoyado en esta causa desde el principio. Esos tres parlamentarios efectivamente marcan un hito relevante en la representatividad de nuestro parlamento.

Marco Enríquez logra una votación inesperada, para aquellos que no vieron o no quisieron ver lo que estaba pasando. El encabeza la crítica a la Concertación, lo hace con dureza pero con inteligencia. Esta candidatura, incluso logra captar una pequeña parte del descontento de la propia derecha, especialmente en los sectores que desconfían también de los “dinosaurios de la Derecha”. Hoy, con la fuerza de sus votos le exige cambios de fondo a la Concertación e incluso cambios de liderazgos en los partidos (tal vez fuera de momento y lugar). Quiere ser proyecto, pero no sacó parlamentarios, ni constituyó un partido que le dé sustento político. Es un voto de protesta, que desde la centroizquierda exige cambios. Ha rechazado, inicialmente, el apoyar a la derecha. Si el candidato hubiese sido Lagos o Insulza, tal vez el experimento de Adolfo Zaldívar habría jugado un rol similar en el electorado descontento del mundo DC. Así al menos lo creyeron ellos. Pero ojo, ellos sin grandes alianzas rompieron el binominal en lucidos triunfos. Casualidad, también sacaron tres diputados.

Eduardo Frei Ruiz-Tagle hizo una campaña tradicional dentro de la Concertación, la que fue diseñada para disputar el voto de centro con la Derecha. Además, sumó jóvenes independientes y buscó disputar en el campo programático, desde la fortaleza de la continuidad del trabajo realizado por Bachelet. Creyó que en tiempos de crisis el país quería seriedad y estabilidad y tuvo un éxito parcial. Algo le restó a la derecha o evitó un vaciado hacia allá por el centro. Pero no estaba preparada para capitalizar el descontento en la propia centroizquierda. Al aparecer MEO, se tuvo que correr a la izquierda y limitó su propia fortaleza, su capacidad de maniobra hacia el centro. Agreguemos la inexperiencia de los equipos y unos cuantos errores, a la ya normal aceptación de lo inevitable de las segundas vueltas.

Los partidos, cada uno lidiando con sus propios fantasmas, habían experimentado divisiones y conflictos muy duros en su interior. En todos hay problemas de inclusión y un malestar ligado a los desafíos de identidad de la Concertación y de los propios partidos y, por cierto, a las disputas de liderazgo, a veces, antropofágicas.

Éstos, focalizaron su atención no en la Candidatura presidencial, sino que en la parlamentaria. El resultado -mejor para unos que para otros- reveló que por si mismos no garantizan el triunfo, pero si que son imprescindibles. Reveló, lo necesario de una autocrítica en cuanto a estilos y voluntad de renovación, más que de caras (que es lo que se demanda), de una voluntad de cambios de fondo. Sin ellos, no habrá renovación, pero solo con ellos parece que no habrá ninguna.

Así, la coalición deberá asumir el desafío de renovarse, ampliándose y acogiendo a los descontentos, con claras señales de democratización interna. El Bloque por los cambios de Tomic, que creaba una mayoría democrática para los cambios uniendo al centro y a la izquierda, a los sectores medios y populares, ahora debe dar cuenta de las nuevas realidades sociales de nuestro tiempo.

Será esta elección la que marcará el antes y el después, en que debiera perfilarse una coalición nueva, de mayoría social y política de centroizquierda, capaz de dar liderazgo nacional y orientación internacional alternativa a los desgastados modelos de cambio populares -ensayados sin éxito- para dar paso a los cambios y la democracia.

La clave está en la constitución, la misma que enfrentamos encabezados por Frei Montalva en 1980. Momento en el cual convergen las fuerzas sociales y políticas que reemplazarán a las fuerzas de la Dictadura en la conducción de los destinos de Chile en 1988.

Un camino de victoria y de cambio social y profundización democrática puede estar marcado por una apelación profunda al pueblo de Chile. Eduardo Frei debiera someter la actual Constitución a Plebiscito (como sabemos, esta se aprobó de forma espuria, como lo denuncio E.F.M. en su tiempo).

Si nos orientamos hacia un nuevo tipo de coalición, hacia un esfuerzo de renovación de los partidos actuales y de los que probablemente se formarán. Si nos encaminamos a un esfuerzo de renovar nuestra democracia desde sus raíces, facilitando la democratización de los propios partidos, tendremos la oportunidad de corregir las inequidades que genera el sistema económico actual y podremos corregir el sendero de desarrollo para los todos chilenos.

Me permito agregar dos últimos elementos que no he visto en ninguna autocrítica:

• La primera; Gran parte de los problemas de la Concertación y de los partidos, es nuestra debilidad ideológica y organizativa. La renuncia práctica o el abandono sistemático del mundo social y comunitario. Ni alcaldes, ni gobierno han apuntado al fortalecimiento decidido del mundo sindical y comunitario, aún sabiendo científicamente que ahí están las claves para enfrentar los problemas más graves de educación cívica, solidaridad social, drogadicción, delincuencia y en general, de cohesión social. La propia Concertación, solo existió en la base en la lucha contra la dictadura, luego en el gobierno se redujo a la cúpula de los partidos, cuestión que hay que cambiar. Empecemos hoy, la organización está en las comunas. No vamos a reinventar la organización desde arriba y, por cierto, los votos están en la calle. Trabajemos como en los viejos tiempos.

• La segunda; La imprescindible corrección al modelo económico vigente, que teniendo virtudes, tiene exclusiones y abusos para los cuales no bastan las reformas de Protección Social. La concentración económica es un freno al desarrollo y fuente de inestabilidad. La concentración económica tiende a limitar la democracia, porque hace Lobby sin contrapeso, y por sobre todo, la iniciativa empresarial en la cual el más grande se come al más chico. Por último, es la fuente de las peores tensiones y sufrimiento para los más débiles, pues cuando éste tiene al estado, colabora en la extracción de la riqueza de la gente con todos los medios, impidiendo que ésta se resista en la defensa de sus derechos. Es decir, buscan “pelar la gallina sin que grite”, acá está el meollo de la principal renuncia práctica de estos tiempos, la renuncia a la “Batalla de las Ideas”, la que construye las identidades de verdad, no sus fantoches mediáticos o faranduleros. Renovarse en este campo significa dejar que mueran los ídolos de antaño y surjan los ideales del futuro.

Este es el momento de la crisis y la incertidumbre. Ahora, es cuando deben primar los principios de la primacía de la persona humana, y sus derechos. De sus obligaciones comunitarias y sus valores solidarios. Acá, probamos que somos merecedores de tomar el poder para cambiar la realidad y liberar al hombre y a todos los hombres. Y no para ser sometidos, en nuestros principios por las exigencias de la conquista del poder. Ahora la experiencia existencial de nuestra generación se convierte en una fuerza moral en sí misma, pero esta vez trae la exigencia de asumir un rol protagónico que no le ceda el espacio a la ambición inmadura ni a la anquilosada, ni a sus hermanos los oportunistas. Que las voluntades de poder se desplieguen, pero obligadas a justificarse en todos los sentidos de una acción política inspirada en los principios compartidos y sobre todo en la gente.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

El ocupante esta preocupado


El día 4 de Enero de 1978 mi padre Octavio Burotto y otros militantes de la Democracia Cristiana eran detenidos en varios puntos de la sexta Región por organismos de seguridad del régimen militar que encabezaba el general Augusto Pinochet. El delito: organizar un sistema de supervisión y conteo de los votos del plebiscito convocado por la dictadura. Estuvo desaparecido varios días hasta que el gobierno reconoció su detención y lo pasó a la cárcel pública con una acusación bajo la Ley de Seguridad interior del Estado. Tras varios meses fue liberado. Fue victima de torturas. Nuestra casa fue allanada y yo tuve que refugiarme en la casa de un sacerdote en San Fernando.
En el norte del país un grupo de otros dieciséis camaradas eran relegados en distintas localidades del país.

Radio Moscú informó de la detención de mi padre y del hecho de que un ex-intendente del gobierno de Frei Montalva fuera perseguido, esto influyó decisivamente en el reconocimiento de su detención, por parte del régimen, junto con la intervención del Cardenal Silva Henríquez y los camaradas Frei y Tomic.

Dos años después, participábamos en la organización del acto principal de repudio a una segunda convocatoria por parte de Pinochet a un plebiscito, esta vez para aprobar la Constitución elaborada por la dictadura, entre los cuales contó con la participación destacada del ideólogo de la actual UDI, el señor Jaime Guzmán.

Este acto por primera vez convocaba a todos los sectores políticos que estaba en oposición a la continuidad del régimen militar. Mi Padre organizaba la seguridad del acto y a mi dieron la tarea de la iluminación de Frei Montalva dentro del Teatro Caupolican. Fui testigo y actor del doloroso proceso de reencuentro de los chilenos, que al dividirse habían causado la perdida de la democracia y ahora pagaban con sus vidas y la cárcel la perdida de la democracia. Pero se reencontraban en la lucha por los derechos humanos y la construcción de una salida para Chile a la democracia.

Pero recuerdo con especial atención las palabras de Bernardo Leighton esa noche cuando lo fuimos a dejar junto a mi padre, que al comentar la actuación de Don Eduardo esa noche decía: “Estuvo bien el flaco (refiriéndose a Frei) el ocupante (término que él ocupaba para referirse a Pinochet) debe estar preocupado y muy asustado”.
Mi padre captó mejor la reflexión de don Bernardo, que había experimentado en carne propia y la de su mujer Anita Fresno el odio asesino del régimen.

Dos años después, asistíamos al funeral de Don Eduardo, esta vez con mi madre, pues mi padre se encontraba en Venezuela. Mis camaradas de la JDC volvieron impactados de una escuela de formación de verano y participamos en la despedida que el pueblo de Chile le dio al ex-presidente. Me tocó ser uno de los tantos camisas azules que hizo guardia junto a su féretro en la Catedral. Sin duda, el líder había partido y la sombra de la dictadura aparecía mas fuerte, prepotente e intimidadora.

Hacia pocos días el grupo de la DCU de primer año de la escuela de derecho de la U. de Chile habíamos invitado a Don Eduardo a una reunión en la sede del grupo de los 24. Entiendo que esa fue la última reunión que don Eduardo tuvo con jóvenes antes de morir. Esa noche no vimos que lo estuvieran siguiendo, esa noche el mismo manejaba su auto, su imponente presencia su dialogo de envergadura y su visión del futuro era la peor amenaza que el régimen enfrentaba. Sabia Frei que su liderazgo era clave para unir a las fuerzas democráticas

El asesinato de Eduardo Frei Montalva ya no es una especulación de la familia, es un dato duro que los tribunales de justicia marcan con fuego en la historia de Chile.
Frente a este hecho no caben medias tintas, ni comparaciones odiosas. Las sibilinas variantes del lenguaje se acabaron: Frei fue asesinado. Se utilizó la traición y fue cometido como un elaborado operativo de inteligencia, cobarde y secreto.

Independiente de la determinación de todos los responsables el hecho tiene consecuencias en si mismo. Este es el único caso de asesinato de un Presidente en la historia de Chile, que se viene a sumar a los trágicos momentos que marcaron el fin de los presidentes Balmaceda y Allende.

Queda claro también, por la magnitud de la operación y las dependencias de la época, la responsabilidad directa del general Pinochet y de su régimen en este crimen.
Los actores de la época deben pronunciarse sobre este magnicidio. La historia ha ido por cauces pacíficos y democráticos. Los conflictos de la guerra fría están en la historia. Es nuestra historia la que se va configurando venciendo las nebulosas. Nuestras instituciones deben estar a la altura de la verdad revelada y asumir la historia.

Vaya aquí mi homenaje al camarada, al Presidente de los pobres, de los campesinos, de los trabajadores, al demócrata ejemplar. Los ocupantes que están escondidos aún, están preocupados.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Por el fin de la exclusión.

Mas allá de la elección presidencial y su importancia evidente, en estas elecciones se juegan otras cosas muy importantes. Permítanme destacar la relevancia de la oportunidad de terminar con la exclusión del PC, de la vida política nacional, en su dimensión parlamentaria.

Para nadie es un misterio que el sistema binominal y los enclaves autoritarios que tenia la Constitución del 80 eran un diseño que buscaba la perpetuación en el poder del dictador. Estos fueron adaptados luego de la derrota del No el 5 de Octubre de 1988 para garantizar una capacidad de veto parlamentario de la minoría a la mayoría que representaban las fuerzas triunfantes en el plebiscito.

Pero seria ingenuo, analizar los dispositivos diseñados por los autores de la espuria constitución del 80 en forma limitada. Estos buscaban objetivos mas amplios: la división de la coalición triunfante el 88 y tenían un marcado componente antipartidos.

Por cierto, la visión critica de la democracia de los principales ideólogos del pinochetismo partía de un diagnostico critico de las derechas en cuanto a su desempeño partidario en la historia de Chile. Guzmán tenía razón en su crítica a la derecha tradicional, respecto a la endémica incapacidad organizativa y de representación política democrática. Cuestión, por lo demás destacada por múltiples analistas que consideran esta variable una de las causas de la debilidad de la democracia en America Latina.
Cuando las derechas fracasan en su rol representativo, intentan recuperar el control botando la mesa democrática.

Así los dispositivos que regularían la vida de los partidos, atacarían el corazón de las fuerzas progresistas, la capacidad de estas de acumular fuerza social, es decir fuerza democrática.

Nos es la intención de este artículo, entregar un acabado análisis sobre las normativas destructivas de sindicatos, organizaciones sociales, territoriales y partidos políticos, que representa la constitución de 1980. Esto forma parte del debate que se ha dado bajo los gobiernos de la Concertación que han intentado modificar estos aspectos: Sistema electoral, financiamiento de los partidos y de la política, reformas a los sindicatos y los derechos de los dirigentes sociales para hacer política, etc. Por cierto todo esto en una lógica de perfeccionamiento democrático, dentro de un sistema que le da sobrerrepresentación a la derecha, al menos en sus inicios. Con resultados nada estimulantes.

Tampoco es el momento de evaluar las responsabilidades de la Concertación y en especial de sus parlamentarios para este inaceptable retraso, en acometer de manera decidida esta deuda democrática, ni en los errores del propio PC durante este periodo que han sido las causas más relevantes de la mantención de la exclusión.

Es por tanto, el momento de apuntar con mucha claridad a que esta es una prueba acerca de las capacidades de las fuerzas progresistas de avanzar en la profundización democrática. En esta tarea nos medimos todos aquellos que creemos posible construir un país más incluyente y más democrático. Siguiendo el viejo adagio que reza que los males de la democracia se corrigen con más democracia.