lunes, 18 de diciembre de 2017

Una reconstitución conservadora.


Al igual que en la primera vuelta electoral el pueblo soberano se ha pronunciado otorgándole una victoria categórica a Sebastian Piñera y a la derecha. Sobre este punto no caben dos lecturas.

Atrás quedan las campañas manipuladoras en los medios de comunicación y en las redes sociales que advertían sobre un fraude o una manipulación de los resultados por parte de los partidarios de Guillier.

Es notable que la democracia en Chile goce de buena salud, lo cual representa un gran triunfo de la consolidación democrática de Chile y la mejor muestra de esto son la disciplina ciudadana de los que votaron, la transparencia de los resultados y la claridad del reconocimiento del triunfo de Piñera por su contendor Alejandro Guillier.

Este resultado implica un tremendo desafío para la ciudadanía que se considera progresista y que apoyó al gobierno y las reformas impulsadas  por Bachelet. La decisión de Piñera de revertir reformas en: educación, en materia tributaria, en la regulación de mercados, y de mantener leyes como la de pesca, etc. implican una base de oposición en negativo clara y precisa.

Sin embargo, cabe preguntarse cuales son los desafíos que deberán enfrentar las fuerzas de la ahora oposición para forjar la unidad y desarrollar una alternativa política capaz de reconcursar ante la ciudadanía. Lo primero es asumir que hemos asistido a la reconstitución de un proyecto conservador que ha tenido un importante éxito. Nadie se puede lavar las manos en esta derrota y reservarse para si el rol de Poncio Pilatos.

El proceso de análisis sobre  los resultados recién se inicia.

Será necesario esperar que se disipen las emociones mas encontradas y las batallas por salvar las imágenes para acometer en todas las vertientes de las fuerzas del cambio las explicaciones que den cuenta del desafío y la acción que requerirá.

Creemos necesario asumir que los resultados implican un voto de castigo de la ciudadanía a la política. Este castigo se expresa en la abstención y en la perdida de votación de la Nueva Mayoría en primera vuelta y en la segunda vuelta.

La votación misma del Frente Amplio representa también un castigo a las formas tradicionales de accionar de la centroizquierda.

La votación de Goic es un castigo al aislamiento y a la falta de definición.

La ciudadanía castigó a los partidos políticos por su responsabilidad en actos de corrupción y la falta de renovación de sus liderazgos.

La incapacidad de tomar medidas ejemplares para demostrar su compromiso con la política limpia ha sido sancionada, en esta elección así como en las elecciones municipales.

Que el electorado de derechas haga la vista ancha con sus candidatos y su probidad, no sirve como consuelo, pues la historia reciente de Chile demuestra que la conducta practica de los principales sectores que la componen es mas relativista en materias de probidad y derechos humanos, que la cultura de la centroizquierda, que percibe como traición la corrupción, y los derechos humanos como intransables.

La incapacidad de asumir las deficiencias de la gestión del gobierno y la gestión de la coalición son los elementos claves de una autocrítica para reconcursar electoralmente pues  no fue suficiente, ni oportuna. Incluso podemos concluir que esta aún no se ha dado en plenitud.

Aquí hay un fracaso del Gobierno de la Presidenta Bachelet en la tarea de lograr un recambio y continuidad de su propio sector. Y también una responsabilidad en la falta de unidad de la propia coalición que la llevo al poder.

Los partidos de la NM deben asumir este análisis y desarrollar  un proceso de corrección y limpieza. 

La propia candidatura de Guillier intentó catalizar los elementos centrales de esta evaluación crítica, sin lograrlo. Sin poder establecer una relación clara con los partidos que la apoyaban y encerrandose una actitud triunfalista que no se basaba en datos concretos. Por lo cual debemos, al menos, recoger el esfuerzo enorme del candidato de escuchar y volver a las organizaciones populares de base, juntas de vecinos, sindicatos, federaciones, y organizaciones sociales y comunitarias con una actitud auténticamente democrática de representación. Y no como autoridades de partidos que se sitúan desde arriba capitalizando las demandas sociales en la forma de clientelismo y/o marketing político.

Las fuerzas progresistas no se reducen a oferentes en un mercado electoral, sino que son actores pedagógicos de un proceso de construcción de demanda popular y de participación democrática en la solución de los problemas concretos o en los desafíos nacionales.

Los triunfos tienen muchos padres, las derrotas son huérfanas.
Las responsabilidades políticas de una derrota son siempre difíciles de determinar, pero tienen nombre y apellido. No es el objetivo personalizarlas en esta breve nota, esa será tarea de los propios partidos y de los equipo de campaña. Pero enumerar algunos elementos generales es imprescindible para iniciar la reflexión necesaria y evitar al mismo tiempo interpretaciones que busquen eludir dichas responsabilidades. Pues incubarían el germen de derrotas futuras.

Podemos enumerar los elementos de una reflexión autocrítica inconclusa:

1.- Tardanza, vacilación y ambigüedad para asumir con fuerza la sanción, evaluación critica, de los actos de corrupción, aprovechamiento de influencias, pitutismo o sencillamente ausencia de sobriedad y austeridad en la función pública.

2.- Incapacidad de fortalecer los elementos de convergencia ideológica y/o programática de los miembros de la coalición y amplificar las diferencias y los intereses particulares y sectarios.

3.- Debilitamiento de los partidos políticos en las organizaciones sociales como representantes de sus intereses y de la propia falta de democracia de sus procesos e instituciones.

4.- Claramente la relación, representación y pedagogía con el mundo religioso, tanto católico como protestante que fue  abandonado a una manipulación maquiavélica de la derecha, permitiendo una grave tendencia a los integrismos, con claras consecuencias políticas. Esto como conducta de los partidos,  no es progresista, es decimonónico en la experiencia Latinoamericana.

5.- Las fuerzas progresistas deben asumir una síntesis superadora de las tendencias del capitalismo compasivo, las terceras vías y la búsqueda de un supuesto centro electoral.

Dicha síntesis debe basarse a nuestro juicio, en una crítica frontal al principal elemento del modelo económico que estanca su desarrollo, su dinámica, y que genera exclusión y desigualdad, como es: la concentración de la riqueza.

Así como la oligarquización del poder que debe ser enfrentada con una decidida profundización democrática que permita una mayor distribución del poder político, tanto territorial, como en el aumento del traspaso de decisiones y responsabilidades a la ciudadanía.

6.- La incapacidad de hacer la necesaria renovación de dirigentes que debe asumir la posta de aquellos que vienen desde tiempos de la democracia pregolpe de estado.

7.- La falta de definiciones democráticas sobre los nuevos temas de la agenda, críticos para el futuro como por ejemplo el cambio climático, la concentración de la propiedad de los medios de comunicación, la soberanía sobre los recursos naturales, el desarrollo de nuevas políticas publicas y la revisión de las realizadas hasta ahora, la modernización del estado, el rol de la ciencia, la técnica y el conocimiento en nuestro desarrollo, etc.

Es probable que en estos días estas carencias y faltas no sean asumidas y queden huérfanas, no es de extrañar, no nos interesa acusar a nadie en particular. Pero enfrentaremos con claridad y firmeza que la división, la indefinición, la búsqueda de intereses personales y la irresponsabilidad que están a la base de la derrota electoral sean convertidas, como en la alquimia, en un discurso de advertencia que buscaba prevenir la derrota.

Dividir la coalición y no ampliarla, evitar tomar definiciones sobre las incongruencias del modelo económico, evitar las primarias y privilegiar los perfilamiento y las búsquedas de identidades particulares, desorientó a las mismas fuerzas que basaron su éxito en el esfuerzo permanente por la unidad. La derecha lo exploto bien y nos ganó, sus aliados fueron los sectores que  basaron su posicionamiento en la divergencia, en una actitud antihistórica.

En este debate que se abre es imprescindible precisar que toda referencia a la gente y sus deficiencias a la hora de tomar decisiones ciudadanas, que creemos equivocadas es responsabilidad nuestra y no del pueblo. No es progresista, ni democrático culpar al pueblo por no preferir nuestras alternativas o propuestas. Es la responsabilidad de quienes pretenden alcanzar la representación del pueblo (partidos, líderes),  al menos interpretar correctamente sus anhelos, y por tanto, el primer deber es reconocerlo como el supremo soberano de la democracia. Sin fe en el pueblo la democracia se extingue, y sin democracia perece el pueblo.





martes, 5 de diciembre de 2017

La gota que rebalsó el vaso.


Los afanes de poder de Piñera se desbordaron. El drama consiste en la desnudez en que queda. Cuestionar o pretender cuestionar el proceso electoral con acusaciones de fraude solo lo descubren en sus métodos.

Falsear encuestas comprándolas e inutilizándolas como mecanismo  de información ante decisiones cívicas es un delito contra la democracia solo comparable con el descrédito de las estadísticas oficiales logrado con el fiasco del “mejor Censo de la historia”.

Piñera destruye la confianza pública por acción deliberada y también por torpeza e ineficiencia.

Su conducta especulativa tantas veces sancionada por dañar los mercados y la tan preciada competitividad, para las derechas. El uso de información privilegiada y el abuso  de poder para hacerlo, lo describen como carente de escrúpulos en los negocios y mentiroso a la hora de defender los principios de mercado tan caros para la derecha.

Que paradoja que el sea su  candidato, constituyendo un suicidio ideológico y político que tendrá consecuencias de largo plazo para ese sector político, especialmente para los demócratas que creen identificarse con las propuestas de la derecha.

Sus tropelías a la hora de la financiación de la política, y de sus colaboradores más directos contrastan con la supuesta preocupación por la corrupción. Su campaña contra la delincuencia promoviendo el miedo, acusando a sus oponentes de ser cómplices, etc. Para ser descubierto como un usuario activo de los paraísos fiscales para evitar los impuestos. Las contradicciones o falsedades de Piñera son prácticamente interminables.

A pesar de que en la ciudadanía que vota derecha de manera sistemática desde el Plebiscito del NO en adelante, existe una visión más contemplativa respecto del maquiavelismo político, o más laxa de lo que se considera corrupción, lo de Piñera excede con creces lo aceptable desde el punto de vista moral de los derechistas.

¿Por qué votan todavía por el, entonces?

Esta claro que el 36% excede al 1% mas rico que se beneficiaría de desmontar la reforma tributaria, es mas podría perder la gratuidad para los estudiantes que hoy acceden a ella. Esta claro que el modelo de salud privada solo beneficia a un 20% y que tiene importantes grados de insatisfacción entre sus usuarios e incluso una importante voluntad de reforma en la propia derecha, que reprueba los cobros excesivos, la integración vertical, las exclusiones por la vía de castigos, etc. Y que por lo tanto tampoco se explica el apoyo a Piñera por promover el status quo en la materia, y así en cada una de las políticas públicas que este ha planteado, tanto las en que lo ha hecho de manera clara, como en aquellas que están plagadas de inconsistencias.

Lo que ha logrado en relativos términos comunicacionales es nuclear a su sector en torno a un diagnostico de crisis catastrófica de la sociedad chilena, producto del actual gobierno, como de las reformas que ha impulsado. Es decir el miedo a la centroizquierda, o a los cambios que se propugnan. Bachelet, Guillier, Goic, Sánchez, etc., representan fuerzas comprometidas con el caos económico, cómplices de la delincuencia y una imaginaria puerta giratoria, nos traerán el comunismo, etc. Es decir la descomposición de la sociedad. Incluso logró hacer sentir a sus electores un cierto sentido de urgencia hacia la acción para detener esta “retroexcavadora” destructiva.

Finalmente, la síntesis es simple, el gran motor de Piñera es meter miedo. Manipular la decisión cívica presidencial promoviendo el miedo y presentarse a si mismo como el salvador.

La foto de este fantoche construido, y que la ciudadanía demostró como increíble, fue la campaña de que Chile se convertiría en Venezuela y Guillier era como Maduro.
Digno de Piñera, una caricatura.

El drama y fracaso de esta estrategia es que esperaba terminar esta batalla en primera vuelta. La ciudadanía no le creyó. En general, los chilenos tenemos muchos defectos, pero la cobardía o el ser miedosos no es unos de ellos.

Ni Aylwin, ni Frei RT, ni Lagos, ni Bachelet tuvieron malos gobiernos. Chile progresó, avanzó en los cambios, a veces muy lento para mi gusto, pero conservó la paz, recupero la convivencia y la democracia, también avanzó.

En esta elección se decidirá si continuamos por la senda de los cambios o retrocedemos hacia la manipulación de especuladores como Piñera.

Cuestionar las elecciones chilenas para motivar a sus partidarios para que sean apoderados o para motivarlos a que vayan a votar, para reducir la desilusión del resultado de la primera vuelta, es maquiavélico y demuestra como conduce a su propia gente.

Pero denunciar fraude para poner en duda el resultado lo pone directamente como amenaza al sistema democrático.


Se equivocó y la ola de molestia no se detendrá hasta el día de la elección. Incluso entre sus propias filas retornará la lucidez sobre el error de haberlo escogido como candidato. Y con razón, el cuco ya no asusta y los chilenos saben como defender su democracia.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Solo un problema de actitud.

Déjense de andar amargados los que perdieron, revisen lo que hicieron mal, el país los necesita. Y a los que les fue mejor no sean soberbios, que de seguro después también perderán, algún día.

El país tuvo una hermosa elección, nos queda la segunda parte. Y esa decisión será muy importante.

El pueblo hablo y claro. Seria mucho mejor si esos millones que no fueron a votar en primera lo hicieran en segunda, probablemente permitiría que lo que decidamos en segunda vuelta sea lo mejor para todos.

Nuestra democracia requiere urgentemente profundizarse. Nuestros problemas se deben enfrentar con mas democracia y no con menos.

Chile es un gran país y nuestros pueblos son un gran pueblo.
No se peleen tanto, no se pongan odiosos.
Que las decisiones tomen sean por amor a Chile y su gente y no por miedo o por odio.
¡Quieranse mas! nos dijo sabiamente el viejo Mujica.
Preocúpense por los mas postergados, por los que mas sufren, por los que tienen menos oportunidades.
Y aprovechen de disfrutar el confrontar ideas, desarrollemos elegancia en el debate, informémonos mejor. Nuestra época nos permite tener mas y mejor información, por cierto cuesta seleccionar pues hay mucha basura. Por lo tanto lee críticamente.

Discute de política para fortalecer tus amistades no para perdérlas. De hecho la idea es convencer y eso requiere razones y cariño no sometimiento.

Por de pronto yo estoy por seguir avanzando en los cambios que requiere mi país y soy optimista de que la mayoría de mis compatriotas optará en segunda vuelta por Alejandro Guillier.

Un abrazo y muchas bendiciones para todos.