martes, 5 de diciembre de 2017

La gota que rebalsó el vaso.


Los afanes de poder de Piñera se desbordaron. El drama consiste en la desnudez en que queda. Cuestionar o pretender cuestionar el proceso electoral con acusaciones de fraude solo lo descubren en sus métodos.

Falsear encuestas comprándolas e inutilizándolas como mecanismo  de información ante decisiones cívicas es un delito contra la democracia solo comparable con el descrédito de las estadísticas oficiales logrado con el fiasco del “mejor Censo de la historia”.

Piñera destruye la confianza pública por acción deliberada y también por torpeza e ineficiencia.

Su conducta especulativa tantas veces sancionada por dañar los mercados y la tan preciada competitividad, para las derechas. El uso de información privilegiada y el abuso  de poder para hacerlo, lo describen como carente de escrúpulos en los negocios y mentiroso a la hora de defender los principios de mercado tan caros para la derecha.

Que paradoja que el sea su  candidato, constituyendo un suicidio ideológico y político que tendrá consecuencias de largo plazo para ese sector político, especialmente para los demócratas que creen identificarse con las propuestas de la derecha.

Sus tropelías a la hora de la financiación de la política, y de sus colaboradores más directos contrastan con la supuesta preocupación por la corrupción. Su campaña contra la delincuencia promoviendo el miedo, acusando a sus oponentes de ser cómplices, etc. Para ser descubierto como un usuario activo de los paraísos fiscales para evitar los impuestos. Las contradicciones o falsedades de Piñera son prácticamente interminables.

A pesar de que en la ciudadanía que vota derecha de manera sistemática desde el Plebiscito del NO en adelante, existe una visión más contemplativa respecto del maquiavelismo político, o más laxa de lo que se considera corrupción, lo de Piñera excede con creces lo aceptable desde el punto de vista moral de los derechistas.

¿Por qué votan todavía por el, entonces?

Esta claro que el 36% excede al 1% mas rico que se beneficiaría de desmontar la reforma tributaria, es mas podría perder la gratuidad para los estudiantes que hoy acceden a ella. Esta claro que el modelo de salud privada solo beneficia a un 20% y que tiene importantes grados de insatisfacción entre sus usuarios e incluso una importante voluntad de reforma en la propia derecha, que reprueba los cobros excesivos, la integración vertical, las exclusiones por la vía de castigos, etc. Y que por lo tanto tampoco se explica el apoyo a Piñera por promover el status quo en la materia, y así en cada una de las políticas públicas que este ha planteado, tanto las en que lo ha hecho de manera clara, como en aquellas que están plagadas de inconsistencias.

Lo que ha logrado en relativos términos comunicacionales es nuclear a su sector en torno a un diagnostico de crisis catastrófica de la sociedad chilena, producto del actual gobierno, como de las reformas que ha impulsado. Es decir el miedo a la centroizquierda, o a los cambios que se propugnan. Bachelet, Guillier, Goic, Sánchez, etc., representan fuerzas comprometidas con el caos económico, cómplices de la delincuencia y una imaginaria puerta giratoria, nos traerán el comunismo, etc. Es decir la descomposición de la sociedad. Incluso logró hacer sentir a sus electores un cierto sentido de urgencia hacia la acción para detener esta “retroexcavadora” destructiva.

Finalmente, la síntesis es simple, el gran motor de Piñera es meter miedo. Manipular la decisión cívica presidencial promoviendo el miedo y presentarse a si mismo como el salvador.

La foto de este fantoche construido, y que la ciudadanía demostró como increíble, fue la campaña de que Chile se convertiría en Venezuela y Guillier era como Maduro.
Digno de Piñera, una caricatura.

El drama y fracaso de esta estrategia es que esperaba terminar esta batalla en primera vuelta. La ciudadanía no le creyó. En general, los chilenos tenemos muchos defectos, pero la cobardía o el ser miedosos no es unos de ellos.

Ni Aylwin, ni Frei RT, ni Lagos, ni Bachelet tuvieron malos gobiernos. Chile progresó, avanzó en los cambios, a veces muy lento para mi gusto, pero conservó la paz, recupero la convivencia y la democracia, también avanzó.

En esta elección se decidirá si continuamos por la senda de los cambios o retrocedemos hacia la manipulación de especuladores como Piñera.

Cuestionar las elecciones chilenas para motivar a sus partidarios para que sean apoderados o para motivarlos a que vayan a votar, para reducir la desilusión del resultado de la primera vuelta, es maquiavélico y demuestra como conduce a su propia gente.

Pero denunciar fraude para poner en duda el resultado lo pone directamente como amenaza al sistema democrático.


Se equivocó y la ola de molestia no se detendrá hasta el día de la elección. Incluso entre sus propias filas retornará la lucidez sobre el error de haberlo escogido como candidato. Y con razón, el cuco ya no asusta y los chilenos saben como defender su democracia.

1 comentario:

Unknown dijo...

Excelente Análisis, educar y entregar más información a la ciudadanía, nos demuestra que tenemos una sociedad que quiere reglas claras y condiciones de vida más justas para todos y no sólo para los privilegios de siempre.