miércoles, 30 de marzo de 2016

LLEGO EL MOMENTO DE HABLAR CLARO.

LLEGO EL MOMENTO DE HABLAR CLARO. 
Rafael Moreno Rojas, Ciudadano.


Un grupo de militantes del Partido Demócrata Cristiano junto a simpatizantes de nuestro partido, que con legítimo orgullo luchamos y respaldamos para que Presidente Eduardo Frei Montalva, encabezase el gobierno que llevo adelante la Revolución en Libertad, la que tanto beneficios aporto a nuestros compatriotas, hemos analizado la situación de nuestro país, y muy en particular la posición de la Democracia Cristiana en el momento actual, en la participación en el Gobierno y en la relación con los otros partidos que lo apoyan.
Hoy día, constatamos el creciente descontento de nuestras bases, así como el malestar y alejamiento de independientes que siempre nos han acompañado, y es por ello que hemos decidido hacer públicos nuestros puntos de vista, para provocar un debate que permita rectificar nuestras conductas.

Ha llegado el momento de hablar claro.
Debemos recobrar la fraternidad que siempre nos caracterizó y el respeto por todas las opiniones, terminando con las descalificaciones personales. Si no nos superamos para ser un partido unido, ni cumplimos el rol que nos corresponde de acuerdo a nuestros valores y principios que sustentamos, no podemos enfrentar el futuro

Solo si corregimos nuestra forma de actuar, nuestras candidatas/o a Alcaldes y Concejales tendrán el respaldo de ideas y acciones que justifiquen solicitar la confianza de la ciudadanía para representarla.
En el estado actual, sin un planteamiento de fondo y sin corregir drásticamente la forma de actuar de algunos dirigentes, lo que queda es la impresión de que lo que importa son las ambiciones personales de algunos, al margen del interés común y de la defensa de los valores que nuestra ideología representa. Si esto no se corrige de inmediato, será muy difícil concitar apoyos que sean más profundos y duraderos que un mero clientelismo personal de los o las candidatas.

Es por ello urgente, corregir de inmediato las actuaciones no deseables y que ellas sean enmendadas y sustituidas por planteamientos y propuestas claras que representen el sentir mayoritario de la gente.
Es necesario reconocer que el apoyo al Gobierno, a los partidos que lo sustentan y a las personas que los dirigen, han llegado a límites tan bajos, como nunca antes experimentados, y ello a nuestro juicio, se debe a políticas erradas en la implementación de algunas de las reformas que han sido propuestas por el Gobierno, las que han sido resistidas por grandes sectores de la clase media y de los trabajadores que sienten no los interpretan debidamente.

¿Cómo no darse cuenta, de que habiendo sido apoyada por la gran mayoría del país la idea de mejorar el acceso y la calidad de la educación en Chile, en todos sus niveles, se iba a provocar a los sectores más modestos, que con orgullo financiaban una parte de la educación de sus hijos e hijas, a través de la educación particular subvencionada?

¿Cómo no protestar y oponerse a la discriminatoria medida de excluir de la gratuidad en la educación superior a la mayoría de los estudiantes más pobres, quienes al no lograr altos puntajes para acceder a las mejores universidades o instituciones de formación técnica y profesional, en su deseo por lograr un título que les abra puertas futuras, deben postular a universidades o institutos que no recibirán apoyo para los estudiantes inscritos en ellas?

La D.C. apoya el mejoramiento de la educación en todos los niveles, pero con medidas bien estudiadas y mejor implementadas, sin improvisaciones y ligereza que atente a su real eficacia y justicia social.
Parte importante de la pérdida del apoyo a la Presidenta de la Republica, al Gobierno actual, y a los partidos políticos que lo apoyan, se debe a medidas no estudiadas suficientemente y no socializadas previamente.

La gente quiere justicia social, pero con el realismo con el cual cada persona debe vivir cotidianamente.Estamos por el “realismo sin renuncia”, o sea, con las reformas que esperamos se apliquen con el estudio y prolijidad que corresponde, con preocupación por su factibilidad e implementación. Queremos que permanezcan en el tiempo y permitan dar pasos a otros avances necesarios
Caso similar es lo que sucede en el sector de salud pública, necesidad básica que afecta a la mayoría de nuestra población. Prometer la construcción de hospitales y consultorios, los que al finalno se concretan, quedan como anuncios demagógicos, los que sin duda alguna, afectan la credibilidad de la gente respecto de la capacidad misma del gobierno para cumplir con lo que anuncia. 

Igualmente decepcionante es la permanencia, casi sin alteración, de las largas listas de espera de atención en los hospitales públicos, así como la disminución de las prestaciones reales en el sistema Auge, y la alarmante falta de especialistas, principalmente en las regiones.
Otro de los problemas que afectan la vida de las personas, es la inseguridad ciudadana. Esto se refleja en los crecientes asaltos y otros delitos relacionados, los que al no resolverse y enfrentarse adecuadamente, van dejando una sensación de impunidad, por una parte, y de falta de atención por otra. Afortunadamente el Gobierno reaccionó cuando cambió el Gabinete, mejorando la gestión en Interior, Hacienda y Educación, pero ello no ha bastado a la mayoría de la población que critica, debiéndose realizar una gran tarea para recuperar su confianza y credibilidad.

No enfrentar con inteligencia y decisión el conflicto mapuche, es una muestra de debilidad que ofrece el gobierno, en un tema que tiene alta significación nacional e internacional.

No es posible evitar el referirse a lo que ha ocurrido y que continúa ocurriendo, en la vinculación de los negocios privados y la política. El espectáculo de comprobar el posible cohecho que han realizado grandes empresarios de ex parlamentarios y otros en ejercicio, así como el reparto interesado de aportes ilegales a las campañas de varios de ellos, que no han vacilado en solicitar y recibir dichas dadivas de parte de quienes, se supone que por sus ideas están en absoluta contradicción con lo que esos parlamentarios o personeros representan. Estas conductas de algunos, ha llevado el descredito de la política a niveles ínfimos de apoyo en la ciudadanía.Debe existir de parte del Partido y de todos tolerancia 0 para estas conductas.

Es doloroso comprobar que esta crítica plenamente justificada contra quienes han incurrido en esas conductas, afecta también a la mayoría que con sacrificio y honestidad se han comprometido con la vida pública.
La D.C. no ha estado exenta de esta situación, y nos deja perplejos el presenciar que no se enfrente esta realidad por quienes aparecen comprometidos con la recepción no correcta de recursos económicos para sus campañas, ya sea directamente o a través de terceras personas vinculadas a ellos.

Llego el momento en que quienes están afectados, enfrenten claramente las acusaciones de que han sido objeto, o den un paso al lado, para permitir que lo que la justicia investiga, lo haga con transparencia, y que la defensa de los presuntos implicados no comprometa a su Partido en su conjunto.
Se agotó el tiempo de esconder la cabeza en la arena, y creer que el tiempo haría olvidar los graves hechos en que se han visto envueltos. Los demócratas cristianos tienen el derecho de defender sus ideas, sin tener que cargar con el lastre de políticos que son acusados de infringir las leyes y de faltar a la ética que debe regir sus actuaciones.

Observando esta situación, la que unida a otros elementos, se levantan algunas voces que piden que nuestro partido debería retirarse del Pacto político y programático denominado Nueva Mayoría así como de seguir formando parte del actual gobierno.

Ambas ideas tienen un significado distinto. El apoyo a la Presidenta Bachelet se lo otorgamos libremente, y como tal, hemos cumplido lealmente con nuestro compromiso de respaldarla, y declaramos que honraremos hasta el final dicho compromiso. Ello no significa, que nos silenciemos ante actuaciones u omisiones que realice el gobierno, cuando ellas no estén de acuerdo con nuestros valores y principios. Sumarse a cualquier proyecto del gobierno, que no se enmarca en nuestros valores, significa un flaco favor que se le hace al gobierno, ya que nuestra militancia y muy en particular los independientes que nos acompañan se alejan claramente de respaldar esas medidas, y ello daña al Partido en su totalidad y al Gobierno igualmente. Ello debe cuidarse clara y firmemente para evitar que la Derecha llegue al Poder.

El argumento de que todo lo que provenga del gobierno debe ser respaldado sin discusión, ya que ello emanaría de la plataforma de la candidatura de la actual Presidenta, ya que al elegirla a ella todas esas ideas habrían sido aprobadas, es una política que no se sostiene. ¿Cuándo la D.C. aprobó castigar la educación particular subvencionada?, ¿Cuándo se habló de gratuidad de algunas instituciones de educación superior excluyendo a otras? ¿Cuándo aprobamos respaldar el aborto?

¿Quién puede dudar que la D.C. es partidaria de mejorar la educación? Somos firmes partidarios de ello, pero no podemos apoyar la forma poco inteligente en que se ha pretendido realizarlo. Igual criterio vale para iniciativas como la Reforma Tributaria. Hemos sido y seguimos siendo partidarios de esa reforma, pero no podíamos apoyar todas las propuestas que estaban mal formuladas, y nadie puede acusar a nuestros parlamentarios de estar defendiendo empresas o Consorcios económicos, cundo exigieron que se corrigiesen errores manifiestos, los que el Gobierno reconoció y envió una nueva legislación para enmendarlos.

No podemos dejar de manifestar nuestra opinión ante la legislación para despenalizar el aborto en diversas situaciones. Nunca hemos discutido que en nuestra defensa de los derechos humanos nuestro valor principal es resguardar la vida humana, y en ello hemos dado siempre muestras de coherencia en nuestras actuaciones. El proyecto en discusión, fuera de insistir en dos causales que ya estarían resueltas en nuestra legislación y por los protocolos médicos, lo que en el fondo busca es legalizar el aborto, comenzando por la causal de violación, pero posteriormente abrir el ciclo a cualquier forma de interrupción de la vida de quien estaría por nacer.

Nuestros parlamentarios deben votar en conciencia, y ello debe ser respetado, aun para aquellos que eventualmente votasen por despenalizar el aborto, pero el país tiene el derecho a saber, que ellos se han pronunciado en forma personal, y que en su actuación no representan a la D.C.

El tema de la permanencia de nuestro partido en el Pacto de Nueva Mayoría, es algo que debe ser revisado. Los demócratas cristianos nunca hemos apoyado el excluir a partidos o movimientos, que en nuestra vida ciudadana se pronuncien dentro de los marcos de la Constitución y la legalidad, rechazando la violencia de cualquier lugar desde donde ella pudiese provenir. Por esa razón nos opusimos a la ley de Defensa Permanente de la Democracia, y luchamos por su derogación, ella perseguía la existencia del Partido Comunista en Chile. Esa posición no significaba en ese tiempo, y tampoco lo significa ahora, de que aprobábamos la ideas y posiciones de dicho partido, muy por el contrario, siempre nos hemos opuesto a sus políticas marxistas de dictadura del proletariado, y a sus apoyos incondicionales a dictaduras de corte marxista, a las que hasta el día de hoy se niegan a condenar, o siquiera a discrepar de las violaciones a los derechos humanos que se cometen en ellas. Sin clarificar esta posición, no es posible formar parte de un Pactoy menos una coalición duradera, en la que se lucha por defender derechos en nuestro país, pero se niegan a defender esos mismos derechos en otros lugares. Negarse a solicitar que se respeten los derechos de quienes discrepan con los gobiernos de dichos países, es demostrar que no se cree realmente en el que ciertos valores son de aplicación permanente y universal.

Igualmente, se debe clarificar que significa estar formando parte de un gobierno, con Ministros, Subsecretarios y funcionarios reconocidos como militantes de dicho partido, que declara públicamente que “tienen un pie en el gobierno y otro pie en la calle”, posición que no se puede mantener en un pacto de gobierno, y menos pretender que otros partidos que forman parte del pacto, acepten una postura tan contradictoria,” como estar cuando conviene y no estar cuando no conviene formando parte de un gobierno”.

Algunos preguntan si la D.C. tiene algunos puntos en común con el partido comunista y otros partidos o movimientos de izquierda. Siendo desde sus orígenes la D.C. un partido cristiano progresista, existen planteamientos similares en buscar la justicia para los más necesitados y postergados, pero a lo largo de nuestras experiencias, se constata que en la consecución de ese objetivo nos separan claramente los métodos para lograrlos; nosotros siempre hemos defendido que las reformas se realicen dentro de un marco legal que respete los derechos esenciales de todos los miembros de la sociedad, y hemos rechazado los métodos de una dictadura del proletariado, principio marxista, que no vacila en conculcar derechos fundamentales para establecer regímenes en los que se violenta la libertad.

La experiencia mundial muestra el derrumbe de esa política, y los escasos ejemplos que quedan de esos regímenes están en un ocaso o en revisión.
Actos de ingenuidad de algunos dirigentes que buscan acuerdos con el P.C, sin exigir coherencia y pleno respaldo al gobierno en que desean participar, aleja cada vez más a la gente independientey a muchos militantes nuestros, que no logran comprender dicha actitud.

¿Pero la pregunta fundamental es que ocurrirá en el futuro, quien gobernara nuestro país y con qué programa?

La Democracia Cristiana, para responder la pregunta debe en primer término, definir claramentequé objetivos tiene para el futuro, basándose en nuestra historia, nuestros valores y nuestros principios.

En este PROGRAMA, debemos afirmar que somos partidarios de modificar algunos aspectos básicos existentes en la actual Constitución Política de nuestro país. Se deben modificar los altos quorum que dejo instalados la dictadura, para impedir que se pudiese legislar en materias en las que la derecha defiende sus intereses económicos, igualmente modificar la forma de constitución del Tribunal Constitucional, que hoy funciona como un mecanismo adicional de contención a cualquier reforma que no sea del agrado de los partidos de derecha, ello debido a la actual forma de nominar a sus miembros.

Debemos plantear y luchar por establecer la obligatoriedad del voto ciudadano en los elecciones Presidenciales, Parlamentarias, Municipales y Regionales. No es posible respaldar una cultura en donde se exigen derechos, pero no se exigen obligaciones. Si no se corrige esta situación, no hay que ser especialista para predecir que habrá una enorme abstención en las elecciones venideras, dado el descontento existente con las instituciones públicas, y ello abre lentamente, pero lo abre, el camino para quienes, usando el argumento de la escasa participación en generar representantes en el esquema vigente, buscaran formulas autoritarias de gobierno.

Defenderemos lo que los gobiernos de la llamada Concertación de los Partidos por la Democracia han realizado en el país, en donde habiendo recuperado la democracia después de una larga dictadura, y recorriendo en sus inicios un estrecho camino, fuimos capaces en los gobiernos de Aylwin, Frei Ruiz Tagle, Lagos y Bachelet, de restituir la vida democrática, respetar los derechos humanos y civiles de nuestros compatriotas, hacer renacer la justicia entre nosotros castigando a quienes los habían gravemente violados, disminuir fuertemente la pobreza en el país, aumentar las inversiones y la producción, y recuperar la respetabilidad de Chile, tan lesionada durante la dictadura de 18 años en Chile.

No valorar lo que hemos realizado en los gobiernos presididos por demócratas cristianos, social demócratas y socialistas, es un gran error, el que entre otras cosas, abre camino a la derecha, quien confía en volver a gobernar, aprovechando la desunión y desconcierto de los partidos y movimientos progresistas.

No caben entre nosotros ideas de que hay que desconocer los logros obtenidos, y que debe demolerse con retroexcavadora los cimientos en los que se construyólo obtenido.En esta materia, algunos postulan la necesidad de reemplazar en su totalidad la actual Constitución Política del Estado de Chile, y desean hacerlo a través de plebiscitos y asambleas que sustituyan al Parlamento. Sin dudar de la buena fe con que algunos postulan una Asamblea Constituyente, e incluso , para reforzar su argumento indican que en 1980 el ex Presidente Frei Montalva, en su discurso enfrentando la dictadura propuso una Asamblea Constituyen para poner término a la dictadura, es obvio que no es lo mismo dejar de lado lo que utilizaba en ese momento la dictadura para perpetuarse, que dejar atrás muchas e importantes modificaciones que le han sido introducidas en los años de la vigencia de nuestra democracia.

No tenemos nada en contrario en celebrar Cabildos, Asambleas o reuniones que habiliten una discusion sobre las reformas a la Constitución, pero ellas finalmente deben ser discutidas y aprobadas en el Parlamento, sede del poder legislativo y único organismo habilitado en democracia, para realizar esos cambios. Hacerlo de otro modo nos puede llevar a repetir los ejemplos de Venezuela y Bolivia, en donde los que ocupan el poder tienden a perpetuarse indefinidamente.

Un programa para el futuro.

A continuación haremos algunos planteamientos a considerar al respecto:
La D.C. debe plantear claramente que representamos a los empleados/as, a los profesionales, muy en particular a los de la clase media, a los trabajadores, a los mineros, a los medianos y pequeños empresarios en general, a los campesinos y pequeños y medianos agricultores, ellos tan cercanos a nuestras ideas, a los pescadores artesanales, a los pensionados, y muy en especial a la juventud, cuyas ideas siempre nos han inspirado.

Declaramos nuestro apoyo a la gratuidad de la educación publica en todos sus niveles, garantizando la existencia y funcionamiento de la educación privada, tanto la particular completa como la particular subvencionada, la que sin ser concebida como una entidad de lucro, debe ser respetada en su contribución a mejorar la cantidad y calidad de la educación en el país.

Postulamos una legislación laboral que incentive realmente la afiliación de los trabajadores a los sindicatos, esta sindicalización debe ser libre, y no forzada. Debe garantizarse el derecho a huelga, el cual debe contener elementos de emergencia en aquellas áreas en que se afecta seriamente, tanto la seguridad nacional, como el derecho de la mayoría de la población a que no se interfieran sus derechos al trabajo, expresión y circulación de ellos.

Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para proteger el medio ambiente en nuestro territorio. No podemos mantenernos pasivos ante la creciente desertificación de parte de nuestra geografía, así como ser testigos de una deforestación irresponsable que provoca graves consecuencias para las generaciones presentes y futuras.

Defenderemos la integridad territorial y marítima de Chile, actuando con decisión en todas las instancias existentes. No aceptamos entregar tierra chilena, y no nos dejaremos intimidar por campañas propagandistas, que buscan aislarnos internacionalmente. Exigiremos que todos los actores públicos, ya sea parlamentarios u otros, respalden una política de unidad nacional en la defensa de nuestro territorio.

Postulamos una apertura internacional que se caracteriza por la defensa de los principios de la democracia y respeto a los derechos humanos y civiles en cualquier lugar del planeta. Defenderemos la independencia y el derecho a la autodeterminación de cada nación que se inspire por los valores de libertad y democracia.

Lucharemos por mejorar sensiblemente el problema que aqueja al sistema de salud pública en el país, ampliando los beneficios del Programa Auge, incorporaremos nuevos hospitales y consultorios, y crearemos un programa especial de capacitación de especialistas y su vinculación con el sistema público de salud. El sistema de ISAPRES deberá modificarse o cambiar por otro sistema que realmente sea una ayuda para la población.

Reforzaremos las leyes y las medidas que tiendan a proteger la seguridad de las personas y de sus propiedades, combatiendo con fuerza la delincuencia, modificando las leyes que permiten la impunidad de los delitos cometidos, garantizando que exista asistencia a las víctimas de esos delitos.

Reformaremos el régimen de pensiones actualmente existente, propiciando un control real de lo que sucede en las AFPs, modificando y cambiando lo que sea necesario para que las pensiones que paguen sean dignas y justas, y apoyando la creación de un sistema público.

Postulamos apoyar y fortalecer la asociatividad en la realidad chilena, reforzando la creación y funcionamiento de las Cooperativas, Juntas de Vecinos, Centros de Madres, Clubes de la Tercera Edad. La asociatividad ha sido desde siempre uno de los valores que han inspirado la acción de la D.C., ya que ello fortalece a los más débiles, que aislados no pueden gozar de los beneficios que ofrece la sociedad moderna.

Apoyaremos en forma más efectiva a los campesinos y agricultores de nuestro país. El sector rural, tan estrechamente ligado a la historia y acciones de la democracia cristiana en su favor, debe volver a ser parte importante de nuestras preocupaciones y de nuestras políticas para el futuro. Entre otras medidas, postularemos una Reforma Constitucional para garantizar un ordenamiento justo de los recursos hídricos del país, de modo que los derechos de agua sean realmente utilizados en la producción de alimentos y otras necesidades, y no una mercancía que se transa al margen del aprovechamiento justo y equitativo de este bien nacional de uso público. Igualmente reorientaremos los apoyos tanto en el riego, como en otras medidas impulsadas por el Estado, en favor de la agricultura campesina, motor fundamental del abastecimiento de productos esenciales en el consumo de nuestra población.

En materia forestal, impulsaremos un masivo plan de reforestación, tanto en terrenos de aptitud forestal, como en la forestación urbana. Crearemos la Subsecretaria Forestal, y buscaremos las formas para que lo que se obtiene de la explotación de los recursos forestales, pueda también beneficiar a los campesinos pequeños propietarios.

En materia de pesca, revisaremos y cambiaremos, si es necesario, la legislación actual, para resguardar nuestros recursos naturales en el mar, y proteger los derechos de los pescadores artesanales.

Crearemos un programa de desarrollo especial en la Araucanía y otros lugares donde existen pueblos originarios de nuestro país, para lograr soluciones pacíficas, las que permiten resolver este problema que se arrastra por tantos años. Rechazamos la violencia existente en algunos lugares del territorio, ya que ello no contribuye a resolver el problema. Ha llegado el momento de resolver los problemas de pobreza y marginalidad en que se han mantenido parte de esos territorios, dejando atrás la política de creer que ignorando la situación los problemas se resolverían por si solos. Somos partidarios de que haya justicia y dignidad para el pueblo mapuche.

POR LA NECESARIA UNIDAD DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA

POR LA NECESARIA UNIDAD DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA
Santiago, 31 de marzo de 2016
Camaradas
Delegadas y Delegados
JUNTA NACIONAL
Partido Demócrata Cristiano

Estimadas y estimados camaradas:
Chile vive un momento difícil producto de la crisis de confianza que afecta a las instituciones políticas, religiosas y empresariales y se extiende hacia todo el conjunto de la vida ciudadana.
Las elites institucionales están afectadas por un reproche ético a partir del descubrimiento de conductas ilícitas, delictuales o, al menos reprochables desde el punto de vista moral, que vinculan a los dirigentes políticos y empresarios. Por doquier surgen síntomas de dispersión, afectando un patrimonio que la DC y otras fuerzas han cuidado más allá de las diferencias: Chile.
Somos un partido Nacional y Popular que fomenta la más activa participación de las personas y comunidades en las comunas, las regiones y el país. Hemos sido vanguardia en la participación
popular y en los esfuerzos por evitar el centralismo nacional o regional que limita y no favorece el progreso de las comunidades. Pero siempre valorando un Chile unido, integrado por los
pueblos originarios y las diferentes corrientes migratorias de españoles, croatas, italianos, alemanes, árabes y otras nacionalidades y culturas. Proclamamos con orgullo que somos un
pueblo mestizo que honra las tradiciones e historia de los distintos afluentes que han formado el país, sin afectar nuestra indispensable unidad.
Nuestro partido no está ajeno a ello y más allá de que no haya aun personas sometidas a procesos penales, ha quedado en evidencia una serie de conductas de dirigentes y militantes
de la Democracia Cristiana que merecen reparos éticos. Los chilenos confían cada vez menos en los políticos y sus instituciones y ello afecta a la Democracia Cristiana que ha perdido de modo significativo el prestigio que lo llevó por décadas a ser el partido político más importantes de Chile. La falta de reacción y la ausencia de sanciones por parte de los organismos partidarios nos ha puesto al lado de la UDI en el máximo nivel de reproche ciudadano. No hace tanto tiempo el Tribunal Supremo expulsó a diputados en ejercicio mucho antes de que hubiera
condena penal en su contra, invocando razones éticas y no escudándose en argumentos ajenos a la vida y la doctrina partidarias.
Todo esto ha sido favorecido por las estrategias implementadas desde los primeros años de la transición para sostener el modelo político, económico y social implantado en la dictadura
(neoliberalismo) que destruye partidos, sindicatos, despoja al ciudadano de su poder, sobre la base de la acumulación de la riqueza en pocas manos.
Por otra parte, hace años que vivimos en una situación interna muy difícil. Desde la derrota de Andrés Zaldívar con Lagos hasta el desastre monumental de Orrego frente a Bachelet, pasando
por la división de un sector que se fue hace pocos años, es evidente que los problemas internos son nuestro peor enemigo y deben ser resueltos sobre la base de la honestidad, la solidez
doctrinaria, la solidaridad y la disposición generosa, dejando de lado las ambiciones individuales que hacen olvidar la fuerza, vigencia y riqueza de nuestro pensamiento y nuestras
propuestas.
Es un primer y urgente desafío de la Democracia Cristiana enfrentar esta situación dialogando, argumentando y escuchando el verdadero sentir de los demócratas cristianos de todo el país,
marginados de las decisiones programáticas desde hace varios años y observando el desaparecimiento de nuestra vida partidaria cotidiana, siendo reemplazados por clientes que son convocados a votar sin considerar ideas, trayectorias e ideales. Necesitamos un debate abierto, franco y clarificador.
Corresponde que los tribunales internos respondan de manera pronta, eficaz y ejemplificadora, exigiendo que las personas cuestionadas no puedan representar al PDC en cargos de elección popular ni ejercer autoridad interna. Esta Junta Nacional que ustedes integran debe pronunciarse al respecto.
No es menos importante para la DC el conjunto de actos de indisciplina partidaria por parte de diputados y senadores que han votado y argumentado en contra de los acuerdos expresos
tomados en el máximo organismo partidario: el V Congreso de 2007. Los constantes y ya casi permanentes desacuerdos internos sobre doctrina, estrategia, programa y liderazgos, con
marcadas muestras de desobediencia de los acuerdos del V Congreso, producen un enorme daño al PDC en su vida interna y en su acción externa.
Esto se une a las conductas atentatorias a los principios fundamentales del Partido y a su historia y doctrina de estos mismos parlamentarios y de otros dirigentes que se han alzado a
través de medios de comunicación, aliándose con grupos ajenos al Partido y argumentando duramente contra elementos doctrinarios fundamentales y contra los acuerdos ideológicos y
políticos, tanto del mencionado Congreso como de la Junta Nacional.
Ha quedado en evidencia, a partir de la creciente debilidad del gobierno y sus propios errores, por un lado y, por otro, de la insuficiente cohesión de los partidos de la Nueva Mayoría, una
actitud errática de la directiva y parlamentarios del PDC, en las que se revelan indisciplina y en algunos casos el interés directo por terminar de hecho con la coalición que gobierna el país.
La decisión de un grupo de senadores de votar en contra aspectos de la reforma laboral presentada por el gobierno que el PDC sustenta como parte de la Nueva Mayoría, es muchísimo más grave que la indisciplina que justificó la expulsión del senador Adolfo Zaldívar en su momento.
Todo esto revela una deficiente conducción política de la actual dirección partidaria, muy centrada en el presidente, que pese a ser uno de los políticos peor evaluados en las encuestas
sigue apareciendo como si nada de eso sucediera. Afectan a la Democracia Cristiana los hechos y omisiones de su presidente en materias éticas y políticas y ello debe ser resuelto por esta
Junta Nacional.
Esperamos que, por el bien del Partido y en aras de su propia trayectoria como dirigente interno
y parlamentario, el senador Pizarro decline a continuar ejerciendo el cargo para el que fue elegido hace un año y permita que una conducción unitaria enfrente las próximas elecciones
municipales y la realización del VI Congreso ya convocado y pendiente. Su permanencia en el cargo hace daño a la DC, lo que está en sus manos evitar. Declinar al cargo que se ejerce no es
una condena. Muchos presidentes del Partido renunciaron al cargo por errores ajenos o derrotas políticas, dando señal de responsabilidad política y amor al partido. El actual presidente y su antecesor se han negado a asumir sus responsabilidades en la pérdida de cientos de miles de votos, en derrotas desastrosas y en cuestionamientos profundos que tocan la ética personal e institucional.
La actual conducción ha sido incapaz de orientar el quehacer partidario, ineficaz en mantener la disciplina y la coherencia interna entre las decisiones de los parlamentarios DC y los acuerdos internos.
Llamamos a los camaradas de la Junta Nacional a realizar un debate profundo y sereno, franco y respetuoso, que permita concluir en medidas que saquen al Partido del estado actual. Al
respecto proponemos:
1.- Aplicar las normas estatutarias y los principios doctrinarios en orden a sancionar las conductas de sus militantes, cualquiera que sea su posición interna y los cargos que detenten, que afecten la imagen del PDC. El Tribunal Supremo deberá aplicar sanciones drásticas en contra de los militantes involucrados en actos ilegales o antiéticos, por afectar el prestigio y la honra del PDC.
2.- Pedir al Tribunal Supremo la adopción de las sanciones que corresponda en contra de los militantes que hayan actuado privada o públicamente en contra de los acuerdos del V
Congreso y especialmente los parlamentarios que hayan votado en contra de esas decisiones partidarias. De manera especial, pedimos el pase al Tribunal la expulsión del militante que
preside la AFP CUPRUM que ha sido clave en las maniobras ilegales y contrarias a la ética DC y pedimos a nuestros aliados que hagan lo mismo con los militantes de esos partidos que son
parte de esa repudiable maniobra que resta al Estado chileno recursos por 400 millones de dólares.
3.- Introducir cambios en la actual dirección partidaria, generando una real unidad que permita enfrentar las elecciones municipales, lo que considerará, por lo menos, el retiro del actual Presidente, que ha fracasado en su gestión. Él debe dejar el cargo para que se reorganice la directiva en vistas de los próximos desafíos políticos y electorales.
4.- Acordar que no serán candidatos del PDC las personas que se encuentren enfrentando denuncias ante la Justicia o que estén siendo objeto de causas internas en su contra por acciones contrarias a la ética DC;
5.-Dar inicio, inmediatamente después de las elecciones municipales, al VI Congreso del PDC en todas las regiones de Chile. La sesión plenaria del VI Congreso deberá realizarse en marzo de 2017, con el expreso encargo de elaborar la plataforma programática del PDC y la estrategia política para los próximos años. Estas bases programáticas serán obligatorias para
todos los militantes y todos los candidatos cargos de elección popular, quienes se obligan a implementarlos en su esfera de acción.
6.-Establecer que el último Domingo de mayo del 2017 se elegirá por votación de los militantes, simpatizantes y adherentes registrados, la elección de la persona que como nuestro candidato a la Presidencia de la República nos representará en las elecciones primarias de la Nueva Mayoría, si las hay, o en la primera vuelta presidencial si las condiciones políticas así lo exigen;
7.- Desde ya , la DC debe ratificar su convicción que profundizar la democracia y la justicia social requiere de una coalición política que garantice la mayoría en las instituciones democráticas , genere confianza en las organizaciones sociales y excluya a quienes mediante presiones y uso de medios ilegítimos intentan desvirtuar el quehacer político.
Sin exigencias grupales o personales, como ha sido siempre nuestra conducta, nos ponemos, una vez más, al servicio del Partido y de Chile.

martes, 29 de marzo de 2016

La DC en la encrucijada

La DC en la encrucijada


Un documento para los DC



Francisco Huenchumilla Jaramillo


1.- La DC y el siglo XXI: Un cambio de paradigma

      Mucha agua ha corrido bajo los puentes de la Historia, desde que la DC, como Falange, irrumpió en la vida política nacional allá por la década de los 30 del siglo XX. Eran los tiempos en que el capitalismo era desafiado por el socialismo y que, después de la Segunda Guerra Mundial, daría lugar a lo que se denominó “La Guerra Fría”, que contaminó la política mundial hasta la caída del Muro y de la Unión Soviética en 1989-1991. Eran también los tiempos   del   “Estado   Nacional”,   donde   la   globalización   y   la revolución de las comunicaciones y el transporte no estaban presentes. Era otro mundo, distinto al que enfrentamos hoy en el siglo XXI.

      En  ese  escenario,  los  padres  fundadores  situaron  a  la Falange más allá del capitalismo y del socialismo. Éste había tenido la   osadía   de   desafiar   al   capitalismo   mediante   un   proyecto alternativo concreto surgido de la Revolución de Octubre, en virtud del cual, sostenía que había una manera diferente de organizar la sociedad, que se tradujo en el modelo de los socialismos reales encarnados en la Unión Soviética. Todos sabemos cómo terminó este experimento que devino en el más brutal de los totalitarismos y que llevó a un autor a señalar que la disputa había terminado con el triunfo final del capitalismo y de la democracia liberal. Era el fin de la historia según este profesor.

  Terminó, por lo tanto —de la manera en que todos conocemos— uno de los elementos centrales con que los fundadores de la Falange se encontraban en su escenario político en los años ’30 al situarse más allá del capitalismo y del socialismo; éste ha salido hoy del escenario en la versión señalada.

  También  salió  del  escenario  el  cerrado  Estado  Nacional, dando paso a la globalización y a las comunicaciones mundiales en tiempo real.

  Hoy, en el siglo XXI, vivimos sin el socialismo real y con un capitalismo triunfante a nivel mundial y con la revolución de las comunicaciones y del transporte. Este es el mundo en que hoy día vivimos.

  ¿Cómo debemos enfrentar, en consecuencia, los democratacristianos, este mundo del siglo XXI, que es diametralmente distinto al escenario que vivieron los fundadores al tomar la decisión de desprenderse del viejo tronco conservador?

  Hoy,  el  desafío  es  cómo  enfrentamos  el  capitalismo  y  el mundo globalizado.

  Mejor dicho, qué pensamos hoy los democratacristianos del tipo de capitalismo que tenemos específicamente en Chile. Está claro  que  las  puertas  del  Estado  Nacional  se  abrieron  y  hoy tenemos  una  economía  abierta  al  mundo  y dependiente  de  los centros de poder mundial, económicos y financieros.

  De las opiniones que hemos escuchado a diversos actores de nuestro partido, con ocasión del debate que el país ha presenciado con motivo de la implementación del programa de gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, me surgen dudas de si realmente, como sería necesario, tenemos claridad acerca del tipo y modelo capitalista que tenemos en nuestro país. Probablemente, si tuviéramos esa claridad, podríamos comprender mejor la verdadera naturaleza  de  dicho  programa  y no  generar  tantas  dudas  entre nosotros que terminan contagiando de incertidumbres a la opinión pública que busca y necesita, en el mundo de hoy, certezas para confiar en los conductores del Estado.

  Los democratacristianos creemos en el ser humano y en su capacidad para crear artefactos, herramientas e instituciones; de ello da cuenta la abundancia de bienes y servicios con que hoy cuenta la humanidad. Ésta es la capacidad emprendedora del hombre cumpliendo el mandato bíblico de dominar la tierra y multiplicarse. Es la inteligencia humana que en su largo caminar ha desarrollado la ciencia y la tecnología. Por lo tanto, la DC está a favor de los emprendedores que conforman empresas de todo tipo.

  Está claro también que el intercambio de bienes y servicios acompaña desde siempre a la humanidad y que mucho antes que existiera el sistema capitalista funcionaba lo que pudiéramos llamar

una economía de mercado (un claro ejemplo de esto lo tenemos en Chile, donde el pueblo mapuche durante los siglos XVII, XVIII y XIX no tenía Estado ni sistema capitalista, pero contaba con una dinámica economía de mercado).

  El sistema capitalista, como forma de organizar la economía, es de reciente data: unos 300 o 400 años, y su desarrollo ha estado pleno de debates y controversias, fundamentalmente en el último siglo por medio de las diversas escuelas económicas.

  Entonces, el problema, para la DC, es tener claridad respecto de esta particular forma de organizar la economía nacional y mundial, considerando que el sistema capitalista tiene diversos modelos de implementación. Ése es el punto. Toco este tema, porque, según entiendo, nuestros fundamentos nos situaron más allá del sistema capitalista. Pero temo que nunca la DC se planteó este tema seriamente, más allá de las voces que uno ha escuchado en el sentido de ser un partido anticapitalista. Aunque, para ser justos, durante la dictadura camaradas encabezados por Alejandro Foxley fueron muy críticos del modelo que se estaba implantando por los llamados Chicago Boys.

  Porque, seamos claros, el modelo en Chile no se instauró en democracia: se instauró por la fuerza de una dictadura cívico-militar.

Sin embargo, a mi juicio, el debate sigue pendiente con ocasión —como hemos tenido oportunidad de presenciar— de la implementación del programa del gobierno de la Nueva Mayoría, que significó un cierto cambio de rumbo respecto de lo que, como Concertación,  veníamos  haciendo  y  que  puso en cuestión  la naturaleza del mismo.

  Mi punto es, en consecuencia, que la DC tiene una tarea pendiente en orden a que nunca se ha planteado, seriamente, cuál es su visión actual, en pleno siglo XXI, respecto del modelo de capitalismo que tenemos en nuestro país implantado por la dictadura; y, si dicho modelo, se aviene o no con los principios éticos que iluminan o debieran iluminar nuestra acción política. Porque la pregunta es, a estas alturas, qué nos diferencia de la derecha en esta materia. Lo digo por el debate que se ha suscitado, no sólo a propósito de la carta de los 26, sino de las declaraciones de connotados personeros democratacristianos.

  El sistema capitalista tiene diversos modelos particulares que le dan a cada uno características propias. Así, no es lo mismo el modelo escandinavo, o el alemán o el asiático o el norteamericano, y por supuesto el chileno.

  La forma como se implantó en Chile el particular modelo capitalista que tenemos, se expresa, en su estructura jurídica institucional, en la gestación de la Constitución de 1980 y que dan cuenta las actas de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución establecida por Pinochet. Al respecto hay que leer los magníficos tomos, desde el punto de vista jurídico, de la obra de don Enrique Evans de la Cuadra llamada “Los Derechos Constitucionales tomo l y tomo ll”, donde consta el debate producido al efecto. En ese debate queda claro cómo la educación y la libertad de enseñanza, la salud y la seguridad social pasan a ser bienes de consumo entregados al mercado, teniendo el estado solamente un rol subsidiario y “fiscalizador”.

      Y  lo  mismo  pasa  con  el  Estado,  el  que  para  tener  una empresa debe ser autorizado por una ley de quórum calificado, pero las normas de funcionamiento y operatividad de dichas empresas deben ser aquellas aplicables al sector privado. Es decir, el Estado empresario actúa conforme a las normas del mercado. Así lo hace hoy, por ejemplo, TVN (¿qué tiene de público hoy este canal que debe    autofinanciarse  y competir  de  acuerdo  a  las  normas  del mercado con los otros canales de televisión?); lo mismo podemos decir del BancoEstado (¿)( ex Banco del Estado); o del Metro (y la posible y futura AFP estatal ¿aparte de que el propietario será el Estado,  acaso  no  deberá  ir  a  la  competencia  en  el  mercado  y regirse por las mismas normas de las otras AFP?).

      Ésa es la semilla y la base del modelo de capitalismo que tenemos en Chile, inspirado en las ideas del neoliberalismo de Von Mises, Von Hayek, Friedman y otros. En Chile, tenemos un sistema capitalista bajo el modelo conocido como neoliberal.

      Para la DC es fundamental tenerlo presente y hacer la distinción entre los distintos modelos de capitalismo, porque uno se da cuenta, al escuchar a muchos de nuestros dirigentes, que tal claridad conceptual no existe. Si uno compara el modelo neoliberal con nuestros principios doctrinarios no puede menos de cuestionar y rechazar este modelo impuesto por la dictadura.

      Es fundamental tener claridad conceptual sobre esta materia para, a la luz de nuestros valores y principios, tener una postura política clara que ofrecer al país y no una confusión de ideas que, con razón, llevan a la opinión pública, en general, de acusarnos de ser la nada misma.

      Entonces, se trata de examinar si a la luz de lo que es el modelo neoliberal, éste se aviene o no con lo que son nuestros principios y valores.

Este modelo, el neoliberal, se caracteriza por los siguientes principios:

a) El individualismo, donde la sociedad no existe, sólo existe el individuo, según palabras de Margaret Tatcher.
El individuo sólo por sí y ante sí haciendo uso de su libertad y autonomía toma sus propias decisiones, persiguiendo libremente sus  intereses  económicos.  El  hombre  ya  no  es  hermano  del hombre, sino que cada uno debe velar por sí mismo según sus particulares intereses.

b) El mercado, no sólo como un buen instrumento para asignar los recursos, sino como la panacea para todos los asuntos humanos. Los seres humanos viven eligiendo y lo hacen mediante el sistema de precios que tienen todas las cosas. El mercado es el dios que guía las acciones del individuo que vela por sus propios intereses. Todo tiene un precio en la vida, y así vemos que hoy debemos pagar por todo: todo se vende y se compra, y ahí el consumismo exacerbado, que lo motiva también el mismo mercado. Éste se autorregula y por ello mientras menos Estado, mejor. El sistema de precios  y la autorregulación son los ejes estructurantes, más la acción  individual  del  consumidor.  Todo  al  mercado  (Interesante sería que los camaradas leyeran el libro de Michael Sandel “Lo que el dinero no puede comprar”, respecto de los límites morales del mercado).

c) Inhibición del Estado. Mientras menos Estado mejor. Todo va al mercado: la educación, la salud la previsión, etc. El Estado deberá ocuparse sólo de la Defensa Nacional y de la Seguridad Pública. O sea un Estado Gendarme. Y además crear un marco estable de instituciones jurídicas para el funcionamiento del mercado.

¿Éste es el modelo de sociedad que propiciamos los democratacristianos?

¿Es el individualismo el fundamento de la vida en sociedad?


¿Estamos de acuerdo que la única variable que tomamos en cuenta los  seres  humanos  para  nuestras  decisiones  es  el  sistema  de precios de las cosas?

¿Estamos de acuerdo que el mercado se auto regula y por lo tanto debemos dejarlo que funcione solo y mientras menos interferencias tenga es mejor para todos?

¿Estamos de acuerdo que la educación, la salud y la previsión son bienes de consumo y por ello deben ir al mercado para venderlos y comprarlos conforme a las reglas de la competencia?

¿Acaso la educación, la salud y la previsión para la vejez no son bienes intangibles que dicen directa relación con la dignidad y la espiritualidad del ser humano y que, por lo tanto, dichos bienes no pueden ser comparados con una bolsa de cemento?

¿Estamos de acuerdo con que el Estado sólo tiene el rol de gendarme, limitado a la defensa nacional, la seguridad pública y los mecanismos legales para que el mercado funcione?

  Digamos que el nombre de nuestro partido responde claramente a lo que somos. Si somos demócratas es porque creemos que la democracia es el mejor sistema de convivencia entre los seres humanos, permitiéndonos organizarnos, tomar decisiones colectivas para establecer la forma más correcta de vivir y respetar los derechos humanos.

  Si nos identificamos como cristianos es que tenemos en el Cristianismo la fuente de nuestros principios éticos que iluminan nuestra acción para tomar decisiones políticas, para pasar de LO QUE ES al mundo de LO QUE DEBE SER. Porque el mundo, históricamente, siempre se ha movido entre la estabilidad y el cambio y, por lo tanto, somos los propios seres humanos los que debemos decidir cuál es la manera más correcta de vivir. Al tomar esas decisiones que permitan el cambio y el avance de la sociedad serán  esos  principios,  esos  valores  los  que  iluminarán  nuestra acción política. Es la ética y la política la que nos permite convivir correctamente entre los seres humanos. Porque, si todo quedara entregado al mercado y su autorregulación ¿para qué serviría la democracia? Seríamos simplemente unos autómatas.

  El Cristianismo, encarnado en la persona de Jesucristo, es una de las mayores revoluciones religiosas y morales que ha vivido la  historia  de  la  humanidad, en  cuanto  cambió  dos  paradigmas centrales en orden a que los seres humanos somos iguales en origen y destino —la igualdad de los hombres y mujeres— y en orden a que el hombre no es tu enemigo sino que es tu hermano
¿Puede haber algo más ajeno a estos principios paradigmáticos que el individualismo, que ve en el hombre el lobo del hombre?

  El individualismo es ajeno a nuestros principios doctrinarios. Nuestro entorno es la comunidad. ¿Acaso no decíamos —en otros tiempos— que queríamos construir una sociedad comunitaria? Naturalmente que todos entendemos que no nos estábamos refiriendo a la forma de producir bienes y servicios —aunque una cierta forma de organización productiva podría ser posible— sino que el concepto se refería a una categoría ética que debía guiar nuestra acción con los otros seres humanos para conformar una sociedad basada en la solidaridad y la colaboración, y no en la competencia destructiva del “homo homini lupus”.

  Jesucristo estableció que todos los hombres son hermanos — ricos y pobres por igual— pero a la hora de las incompatibilidades su opción fue por los pobres y necesitados.

  Entonces está claro que nuestra doctrina basada en dichos principios éticos nos lleva a estar por el personalismo y no por el individualismo,  por  el  sentido  de  comunidad  de  todos  los  seres humanos,  con  una  clara  opción  por  los  más  carenciados  y necesitados.

  Son estos principios éticos los que deben guiar nuestra acción política cuando, a la hora de las decisiones del aquí y del ahora de la acción gubernamental, nuestro partido deba enfrentarse a la realidad y responder, en concreto, a la vieja pregunta formulada por Platón: ¿cómo debemos vivir? Porque la finalidad de la política es organizar la vida colectiva, cambiar lo que haya que cambiar, cambiar la realidad por algo mejor y no aceptar —como lo hace el neoliberalismo— que todo es intercambio y que la vida es un inmenso mercado auto regulado. Al contrario, mediante la política mejoramos la sociedad, la hacemos más justa para todos. En definitiva, mediante la política, podemos los seres humanos encontrar la forma más correcta de vivir.

  Por ello el concepto de la libertad se centra en la persona en relación con la comunidad y no la libertad individualista que vela por sus propios intereses sin preocuparse de los efectos de sus actos en relación con los demás, porque para el neoliberalismo, uno de cuyos ejes estructurantes es el individualismo, en el que la sociedad no existe, sólo existe el individuo velando por sus propios intereses (quiero recordar la oportunidad en que la Derecha se opuso a la existencia de un plan solidario en el AUGE. ¿Por qué se opuso la Derecha? Porque estaban inspirados en el individualismo en el sentido  de  que  cada  cotizante  debía  velar  por  sí  mismo  y sus intereses; lo que pudiera suceder con el otro era ajeno al individualismo; cada cual debe velar por sí mismo).

  Por ello, cuando hablamos de cualquier derecho —llámese educación, salud, propiedad o previsión— lo hacemos en función de la persona que vive en sociedad y no del individuo aislado que vela por sí mismo sin importarle el destino de los demás.

  Cuando uno tiene claridad en estos conceptos está en condiciones de tomar decisiones políticas sobre temas concretos de la contingencia que respondan a estos principios éticos.

  Por ello, no es posible sostener que la libertad es absoluta, porque ello se presta para los mayores abusos de parte de los poderosos contra los más débiles y necesitados.

  Por ello, cuando se legisla, y, de algún modo, está la libertad en el escenario como uno de los elementos para tomar decisiones, es menester considerar el conjunto de la comunidad y que todos estén en igualdad de condiciones para ejercer esa libertad.

  Por ello yo me pregunto ¿tienen los padres de La Pintana la misma libertad de los padres de Las Condes para, en el ejercicio de esa supuesta libertad, elegir el “colegio” para sus hijos? Entonces, yo entiendo, un democratacristiano no puede legislar, aduciendo la libertad de enseñanza, pensando en los padres de Las Condes, o sin considerar, o desconociendo, voluntaria o involuntariamente, la distinta realidad de los padres de La Pintana. Si aplicara la ética del individualismo, entonces, claro, no le debería importar la realidad de los padres de La Pintana porque, de acuerdo al neoliberalismo, la sociedad no existe, sólo existe el individuo que debe velar por sí mismo (en términos claros cada uno debe rascarse con sus propias uñas).

  Por ello es tan importante la ética en la política: ella debe iluminar  nuestra  acción.  Como  dice  un  prestigioso  intelectual chileno:  “Ud.  sólo  es  libre  allí donde  es  tratado  como  un  igual respecto de cualquier otro ser humano o, si lo prefiere, usted es genuinamente libre cuando se relaciona con otros bajo condiciones de igualdad”.

  Cuando el individualismo permea el conjunto del Estado y la sociedad, como es el caso del capitalismo en su versión neoliberal que existe en Chile, entonces ello se presta para los mayores abusos, no obstante las muchas regulaciones que se han dado, porque ese individualismo se transforma en una cuestión cultural: todos somos más individualistas hoy en día. Y entonces, todo es competencia. En Chile, tenemos, en consecuencia, no solo  una economía, en su versión neoliberal, de mercado sino una sociedad de mercado.

  Es la sociedad del abuso. En Chile la gente siente y piensa que a la vuelta de la esquina se va a encontrar con el abuso.

  Y  el  individualismo  y  su  secuela  del  abuso  llevan  a  las mayores desigualdades. Los organismos especializados dicen que Chile tiene el triste récord de ser uno de los países más desiguales del mundo.

  Algunos minimizan esto bajo el argumento de que hoy día hay menos pobreza que hace 30 años y que, en definitiva, eso es lo que importa. Se equivocan. La gente sabe que cuando el país crece lo hace por un conjunto de factores, pero lo determinante es que ello ocurre por el esfuerzo colectivo de todos pero que, a la hora de la distribución, eso que es fruto de un esfuerzo colectivo se lo llevan unos pocos: se lo lleva el 1% más rico de Chile. Y algunos insisten que lo importante es el crecimiento porque, siendo verdad que la mayor tajada se lo lleva el 1%, igual chorrea al 99% restante. Ése es un proceso acumulativo que a la larga lleva a los ciudadanos a la indignación y a cuestionar las estructuras y a las instituciones. Porque no es verdad que ese crecimiento sea solo fruto del capital, como podría presumirse por muchos, sino que también es fruto del trabajo,  de  las  tecnologías,  del  funcionamiento  del  estado  de derecho y de la seguridad jurídica, de la estabilidad institucional a la cual todos contribuimos, a la acción del Estado y, sin duda, a la paz social, o sea a un conjunto de factores que crean un escenario propicio de paz y estabilidad para que las inversiones produzcan frutos, pero ese escenario es producto del esfuerzo colectivo y no solo de los dueños del capital que, a la hora de la distribución, se alzan con el santo y la limosna. Ése es el país del abuso y de las desigualdades.

  Una sociedad desigual es una sociedad segmentada, una sociedad fracturada dividida en verdaderas castas; esto es lo que sucede por ejemplo con la educación, en la salud, en el transporte, en los lugares donde vivimos, etcétera.

  Por ello que nuestro país es tan clasista y racista; esto se manifiesta, como dice un autor, en forma simbólica mediante el desprecio, el prejuicio, el menoscabo, el chiste cruel, la ironía, el mirar en menos, etc. ¿Ésa es la sociedad que impulsan los democratacristianos?

  Y si más encima, esos dueños del capital quieren ser no sólo dueños de las empresas sino también de la política entonces tenemos el cuadro completo que hemos presenciado en el país de cómo el dinero contaminó y ensució a la política. Entonces ¿cómo quieren que la gente le crea a las instituciones? Por ello la gente rechaza a los políticos, a los empresarios y a medio mundo. Cuando eso  sucede  se  pierde  la  necesaria  cohesión  social  para  la estabilidad de las instituciones.

  Los empresarios tienen en Chile una tarea pendiente, que es dedicarse a producir y no pretender manejar la política mediante el poder del dinero. Se mal acostumbraron en dictadura. Ahora, en democracia,  la  política  debe  canalizarse  como  corresponde,  a través de los partidos políticos. Pastelero a tus pasteles.

  En consecuencia, la DC no está en contra del mercado, está en contra del erróneo concepto de que todo en la vida es competencia. No creemos en una sociedad de mercado; en ésta debe  existir  la  solidaridad  y  la  cooperación  entre  los  seres humanos. En la economía debe existir una competencia sana, regulada y fiscalizada por el Estado. Por ello creemos en la creatividad  y  en  el  emprendimiento  que  impulsa  el  avance  el hombre. La DC debe, en consecuencia, estar a favor de la pequeña y mediana empresa, fortalecerla y apoyarla.

  Estamos en contra de los abusos que cometen empresarios concretos. Y así como debe existir la competencia por precios y calidad,   también   debe   existir   al   interior   de   la   empresa   la organización de los trabajadores, para mediante la negociación colectiva remunerar adecuadamente al factor trabajo y crear las condiciones  para  un  trato  acorde  con  la  dignidad  de  seres humanos. De ahí la importancia de una verdadera reforma laboral, que   potencie   la   capacidad   negociadora   de   los   trabajadores mediante la sindicalización, ya que ello le permitirá participar de las utilidades de la empresa acortando las desigualdades y mejorando la distribución del ingreso en general.

  Estamos  por  el  desarrollo  económico  que  significa crecimiento, pero con equidad o justicia social, donde los frutos del esfuerzo colectivo son distribuidos equitativamente para todos. Ahora bien, ese desarrollo debe ser hecho respetando la naturaleza y el medio ambiente. Los capitalistas de siempre confundieron las palabras bíblicas de “crecer y multiplicaos y dominad la tierra” como una facultad ilimitada para hacer y deshacer con la naturaleza y el medio ambiente. Así fue como el proceso de industrialización del capitalismo se hizo con la depredación de los bosques, los ríos y las aguas, el medio ambiente y la naturaleza en general.

  Recién a fines del siglo XX la humanidad tomó conciencia de que la tierra es nuestro hogar y por ello debemos cuidarla. Ello ha dado lugar a una amplia legislación en todo el mundo. En Chile tuvimos una legislación al respecto sólo en 1994 con la dictación de la Ley Sobre Bases Generales del Medio Ambiente. Hoy el mundo denuncia con preocupación el cambio climático. El cristiano debe saber que la tierra es nuestra madre naturaleza y por ello todo sistema económico debe tener como componente estructural el factor ecológico. Yo quiero creer que la encíclica “Laudato Si” del Papa Francisco ha sido leída por nuestros camaradas.

  De ahí que el mercado debe tener un componente social y un componente ecológico. Ello me lleva a concluir que la Democracia Cristiana debe rechazar el modelo neoliberal del sistema capitalista existente en Chile y abogar por una economía social y ecológica de mercado. Esta debe ser, a mi juicio, la mirada que en el siglo XXI debemos   tener   y   que   se   comunica   notablemente   con   el pensamiento de nuestros padres fundadores, de situarnos más allá del capitalismo manchesteriano y de los socialismos reales.

  Debemos, en consecuencia, cambiar el paradigma del modelo neoliberal existente en Chile por un nuevo modelo basado en una economía social y ecológica de mercado. Y con este nuevo paradigma ofrecer al país un nuevo camino para el siglo XXI.

2.- La DC y el Gobierno de la Nueva Mayoría

  La Nueva Mayoría ha sido una coalición que ha tenido dos características: a) tuvo (tiene) un programa de gobierno que marcó un cierto cambio de rumbo respecto de los programas de la Concertación y b) incorporó al Partido Comunista como un nuevo aliado (que no había estado presente en los gobiernos anteriores ).

  No obstante que el gobierno puede exhibir una lista numerosa de importantes proyectos que se transformaron en leyes, ha quedado la impresión en la opinión pública que los distintos partidos de  la  coalición  no  tenían  un  enfoque  común  respecto  de  la verdadera naturaleza del programa de gobierno.

  Ello  quedó  muy  patente  con  los  proyectos  de  reforma tributaria,  de educación,  laboral, despenalización del aborto,  por nombrar los más relevantes. Tales desavenencias devienen en un desorden político que repercute negativamente en la percepción de la opinión pública, que genera incertidumbre y falta de confianza en la conducción del gobierno. ¿Por qué sucedió esto?

  Una primera aproximación tiene que ver con la distinta valoración que se le asignaba a lo hecho por los gobiernos de la Concertación. Mientras unos añoraban la forma y el contenido de lo que había hecho dicha coalición, otros señalaban que habíamos consolidado el modelo heredado de la dictadura.

  A  mi  juicio,  ése  es  un  falso  debate.  ¿Cómo  vamos  a retroceder   subjetivamente   en   el   tiempo   para   quejarnos   e inculparnos de por qué no hicimos, 20 años después, lo que estimamos debimos haber hecho? ¿Podemos imaginarnos hoy qué vamos a pensar el año 2036 de lo que debiéramos estar haciendo ahora el 2016? Eso es una esquizofrenia. ¿Cómo podíamos actuar en 1990 con los ojos del 2011?

  Otra cosa es que pasados 25 años hagamos (debemos hacerlo) un balance y una autocrítica de lo realizado para, a la luz de la experiencia y del escenario social y político que conforma el paso de los años, relancemos nuevos objetivos estratégicos. Entonces recién es posible, con la tranquilidad que da el paso de los años, juzgar qué estuvo bien, qué pudo ser diferente y qué estuvo   mal,   aunque   todos   sabemos   que,   con   los   actuales elementos de juicio, podemos tener mayor claridad de qué fue lo que  pasó  en  esos  20  años,  pero  nunca  vamos  a  ponernos totalmente de acuerdo sobre el diagnóstico que cada uno de nosotros pueda tener.

      A mí me parece que la Concertación avanzó notablemente en el combate contra la pobreza: ahí están las cifras que son indesmentibles. Y tuvo un desempeño positivo en el crecimiento de la economía. Ambos hechos, a mi juicio, impregnaron la mentalidad triunfalista, en general, de los miembros de nuestra coalición a lo cual se unió, sin duda, la gobernabilidad y estabilidad política que nos permitió dejar atrás la dictadura.

      Sin embargo no hubo un cambio de paradigma respecto de los ejes centrales del modelo neoliberal impuesto por la dictadura. Pero, este juicio lo puedo hacer pasado el tiempo suficiente que me da la distancia. En el devenir de los años, la Concertación se veía combatiendo la pobreza, con un país que crecía y alejándose lentamente de los años de Pinochet. Salvo la polémica entre los llamados “autocomplacientes “y “auto flagelantes”, no fue sino hasta las  movilizaciones  del  año  2011  que  se  comenzó  hablar  en  el debate político de un cambio de paradigma en materia educacional y del modelo en su conjunto. Eso fue lo que llevó a darle un cambio de rumbo al futuro programa de gobierno que se elegiría el 2013.

      ¿Significó, efectivamente, el programa de gobierno de la presidenta Bachelet un cambio de rumbo que implicaba un nuevo paradigma distinto al modelo implantado por la dictadura?

      Debemos partir de la base que el programa se confeccionó y redactó con participación seria y consciente de las respectivas directivas centrales de los partidos políticos que conformaban la coalición, sobretodo, teniendo presente, que dicho programa estaba llamado a jugar un rol clave de amalgama y común denominador al ampliarse sus miembros con la incorporación del Partido Comunista (que tantas aprehensiones y controversias causa en el sector de la DC que, coincidentemente, conducía entonces el partido y que, por lo tanto, era el llamado a ser particularmente acucioso en la redacción del referido programa).

      Pues bien, si en la redacción del programa participaron los técnicos (los expertos), no es menos cierto que aquél no es un listado de cosas por hacer que se ofrecen a la ciudadanía, ni tampoco una enumeración de posibles anteproyectos de ley, sino que un programa de gobierno constituye el conjunto de objetivos políticos que se pretenden alcanzar para el evento de asumir la conducción del Estado.

      Por ello es que uno debe presumir que dicho programa fue examinado, exhaustivamente, por las autoridades políticas de los partidos de la época y especialmente, en el caso de la DC, por su presidente y Directiva Nacional. Al parecer, dicho examen, no fue todo lo acucioso que la conformación de la nueva coalición ameritaba, pues, de otra manera, uno no se explica tantas divergencias surgidas en la puesta en marcha e implementación del programa.

  Lo anterior no es irrelevante, dado que presumiblemente una de las razones de la desafección de la opinión pública con el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet sean, precisamente, las desavenencias notorias que se han visto entre los partidos de gobierno y específicamente con la DC.

  Es comprensible que en la implementación de los objetivos políticos puedan surgir problemas de interpretación, por ello que era necesario haber sido particularmente diligente a la hora de su redacción, para minimizar los subjetivismos al momento de hacerlos operativos, cosa que, al parecer, no sucedió y que se hacía particularmente necesario ya que, como  hemos señalado, la Nueva Mayoría tenía una conformación estructural distinta de lo que había sido la Concertación.

      Si uno examina el programa, es evidente que se quiso innovar respecto del rumbo que traía la Concertación; así lo expresa la entonces candidata en la presentación y en las explicaciones que le siguen a ésta. Particularmente evidente es este cambio en materia educacional,   donde   derechamente   se   cambia   de   paradigma respecto del modelo imperante. También es significativo lo establecido   en   materia   laboral,   en   lo   referido   a   la   nueva Constitución y en materia de equidad de género, donde en la despenalización  del  aborto  se  consignan  expresamente  las  3 causales (pág. 169 del programa).

  Si hubo alguna reserva sobre algún aspecto específico del programa esto fue políticamente irrelevante, porque la opinión pública no la conoció.
  Por  ello  que  resulta  impresentable  políticamente  que, a  la hora de implementar el programa, ciertos dirigentes actuaran como si éste no existiera o no lo hubieran conocido, en circunstancias que no sólo lo aprobaron en su momento, sino que participaron en todas las etapas de su elaboración. Por ello es que la gente y particularmente los jóvenes no nos creen, al vernos enfrascados en todo de tipo de controversias respecto del alcance de los proyectos de ley relacionados con los objetivos políticos consignados en el programa.

  Ello no significa que el programa no pueda estar sujeto a interpretación. Por supuesto, si el debate de las ideas es consubstancial a la democracia. Pero esa interpretación debe ser hecha a la luz de los objetivos políticos que, en su momento, se consensuaron y que se plasmaron en el programa y a la luz de los principios  que   sustentamos  como   partido   y  que  se   pueden comparar con los que, a su turno, sustenta la derecha neoliberal y/o conservadora. Por ejemplo, en materia laboral ¿cuándo la derecha ha estado a favor de un cambio sustancial?

¿Lo estuvo con la sindicalización campesina del Presidente Frei
 Montalva?

¿Lo estuvo cuando en el pasado se dictó el Código del Trabajo?

¿Lo estuvo cuando se estableció el salario mínimo?

Lo que sí está claro es que estuvo con el Plan Laboral de la dictadura.

  Y en la historia larga  del  capitalismo ¿acaso los conservadores de la época no estuvieron en contra de la abolición de la esclavitud porque, entre otras cosas, significaba que el factor trabajo  ya  no  sería  gratis?  Todos  conocemos  esa  historia  y sabemos que esa lacra de la humanidad solo pudo terminar mediante guerra civil de por medio (1865).

No puedo resistir la tentación de transcribir lo expuesto, en uno sus libros, por un profesor de Economía de Cambridge: “En 1819 se presentó en el Parlamento Británico una propuesta de legislación del  trabajo  infantil,  la  Ley  de  Regulación  de  las  Fábricas  de Algodón: prohibía el empleo de niños pequeños, es decir, de menos de nueve años, mientras que a los mayores (entre diez y dieciséis) se les seguía permitiendo trabajar, pero no más de doce horas al día (…) la nueva legislación era válida solo para las fábricas de algodón.

  La polémica fue enorme. Para los detractores de la propuesta, socavaba la santidad de la libertad de contratación y destruía los cimientos del libre mercado. Al debatir la nueva ley, algunos miembros de la Cámara de los Lores se pronunciaron en contra, porque “tiene que haber libertad laboral”. Su argumentación era la siguiente: los niños quieren (y necesitan) trabajar, y los dueños de

las fábricas quieren darle trabajo. ¿Dónde está el problema?”. (“23
cosas que no te cuentan sobre el capitalismo”, Ha-Joon Chang,
2013, Debate).

  Mutatis mutandi (cambiando lo que haya que cambiar) son los mismos argumentos de la derecha contemporánea cada vez que le tocan sus intereses.

  Por ello que, nuestra interpretación debe estar acorde con lo que somos de la manera que lo establecieron los fundadores. La Democracia Cristiana no es la derecha. “Donde está tu tesoro está tu corazón”.

  En lo personal siempre entendí, y quiero creer que sigue siendo así, que el corazón de la DC no está en el  dinero. Que a la hora de la verdad y de las interpelaciones, comprendiendo cabalmente cuál es el rol de la empresa, su decisión política estará del lado de los trabajadores.

  Por supuesto que las reformas propuestas no conforman un proceso revolucionario; nadie con el programa pretendía acabar en Chile con el sistema capitalista. Se trataba de iniciar un cambio de rumbo respecto de los paradigmas que conformaban y conforman el modelo de capitalismo existente conocido como   neoliberalismo y que se expresan en la Constitución Política en la forma señalada anteriormente.

  Por ello que la discusión que se produjo sobre la gradualidad de las reformas era y es impertinente, porque ellas de por sí son graduales: las reformas son implícitamente graduales. Sin embargo, personeros de la coalición, entre ellos varios DC, cayeron en la trampa y se enfrascaron en una discusión pública que le hizo el juego a la derecha y a los medios comunicacionales asociados, causando un daño enorme al gobierno, que tampoco tuvo ninguna capacidad de reacción.

  Y en materia de gestión del programa, los errores tocaron  el corazón del affecto societatis, puesto que se afectó la toma de decisiones,   la   implementación   técnica   de   los   proyectos,   la adecuada complicidad política de los partidos de gobierno, la neutralización inteligente de las acciones de la oposición y una voz potente y común respecto de la opinión pública.

  No vi a la DC jugar un rol determinante en estos aspectos, que han contribuido, entre otros factores, al deterioro de la imagen del gobierno, no obstante los importantes logros legislativos.

  Y señalo esto porque si alguien está pensando que el costo lo pagan otros, está equivocado. La opinión pública entiende que le entregó la conducción del Estado a una determinada coalición, en este caso la Nueva Mayoría, y ésta en su conjunto es la que responde por sus éxitos o fracasos. Por eso que en este caso los matices no sirven: la opinión pública necesita certezas y no dudas.

  De ahí que sea tan importante la coherencia de un partido en relación con el programa, ya que éste constituye la  verdadera carta de  navegación  que  tendrá  la  opinión  pública  para  juzgarnos  y, porque, además, será el punto de partida para resolver el futuro de la  coalición.  Tarde  o  temprano  llegará  el  momento  en  que tendremos que reconcursar para la conducción del Estado el 2017.
¿Ha pensado alguien, por casualidad, que podamos participar en la contienda  presidencial  sin  tener un  programa  que  ofrecer?  ¿Ha pensado alguien, además, que una condición indispensable para la existencia de una futura coalición será tener un programa común que nos una y que podamos ofrecer al país?

  Por ello, adquiere especial importancia la etapa de las terminaciones (relevantes en cualquiera construcción) que requiere el programa de gobierno, y que permitirá dejar en claro los objetivos políticos pendientes para seguir trabajándolos en el futuro.

3. La DC como organización

  La organización es la institucionalización de una idea. Ello fue lo que hicieron Frei Montalva y sus jóvenes camaradas al fundar primero la Falange en los años 30 y posteriormente la Democracia Cristiana en 1957.

  Hoy, en 2016, existe una organización obsoleta que carece de un conjunto de ideas por las cuales pudiera ser reconocida por la opinión pública.

  La DC, si quiere perdurar en el siglo XXI, necesita una puesta al día, una verdadera refundación en su organización, y una explicitación y clarificación de cuál es el conjunto de ideas que

propone al país y con las cuales pueda ser meridianamente identificada, más allá de decir que es un partido de centro, lo que no pasa de ser un eslogan y no un cuerpo doctrinario. De lo contrario, iremos muriendo lentamente y los “controladores” del partido podrán quedarse con el poder total simbolizados en el timbre y la campanilla.

  Según la literatura un partido político tiene tres elementos: a) la  militancia,  b)  su  estructura  organizacional  y c)  su  doctrina  o cuerpo de ideas.

  Partamos por lo menos complejo, que es la organización partidaria. Ésta se caracteriza por el asambleísmo a nivel comunal: es toda una tradición partidaria la directiva comunal que en la base de la pirámide, coincidiendo con la división administrativa del país, preside la “reunión de la comunal”. Esta asamblea comunal cumplió con creces sus propósitos partidistas cuando los camaradas quedaban perfectamente informados cuando el Senador o el Diputado viajaba desde la capital y los ponían al día del acontecer político , en aquellos tiempos que no existía la televisión, ni pensar en internet y las redes sociales, apenas un par de radios. En el sur era el tiempo del ferrocarril, que era el medio de transporte que usaban los parlamentarios cuando, cumplidas sus tareas en el Congreso, llegaban a las comunas a informar a sus camaradas y electores. Era el tiempo en que los candidatos presidenciales visitaban a las provincias de ese entonces y no solo llegaban a su capital sino a cada una de las comunas, lugares donde se llevaba a cabo la correspondiente concentración. Era una fiesta popular.

  En este escenario, por supuesto que la asamblea comunal jugaba  un  rol  importante  no  sólo  para  quedar  informado  sino también para el debate y la formación del militante. Era un lugar de encuentro, de socialización y de camaradería.

  Hoy los tiempos son otros. Primero la dictadura trajo un paréntesis de la actividad política por 17 años y en el intertanto se produjo en el mundo la revolución de las comunicaciones y del transporte. Llegó el mundo de la globalización. Sin embargo, no obstante esta revolución tecnológica y cultural, la base organizacional sigue siendo la misma.

  Por supuesto que hoy los militantes no esperan la llegada del tren (que ya no existe) para ver bajarse a sus parlamentarios para que les informen de las últimas novedades. Hoy el militante queda perfectamente informado en tiempo real, ya sea por los noticiarios de la radio y la televisión, o a través del resto de los medios de comunicación, del acontecer de Chile y el mundo. Ni hablar de los más jóvenes que usan en forma permanente las redes sociales. La asamblea comunal, en consecuencia, quedó obsoleta porque perdió su razón de ser. Probablemente en muchas comunas existe la organización, pero sin el sentido político que tenía antaño, con una incidencia marginal en la marcha del partido y seguramente con poco o nada de debate o de formación política.

  Si antes la asamblea era el lugar de formación ciudadana, hoy quedó sobrepasado por una sociedad civil potente que tiene múltiples y variadas manifestaciones de intereses especiales. La asamblea quedó aislada, viviendo en un mundo cerrado, en circunstancias que afuera está el país real. Esto partió, en realidad, con la promoción popular, la   trascendental reforma que hizo el presidente Frei Montalva que posibilitó la organización de las Juntas de Vecinos y todo tipo de organizaciones comunitarias que hoy día florecen con sus múltiples intereses territoriales, culturales, deportivos, de género, étnicos, juveniles, de la tercera edad y que conforman la rica diversidad de la sociedad civil. Y si a eso le sumamos el mundo de las comunicaciones, la verdad es que una asamblea cerrada, ajena al mundo, no tiene destino.

  La DC debe insertar a sus militantes en el mundo real. La asamblea  como  espacio  de  la  información  quedó  sobrepasada. Sólo la formación política y el debate de las ideas deben tener un nuevo ámbito acorde con los tiempos que vivimos. La fraternidad es una norma ética que excede con creces los espacios cerrados de una asamblea.

      Existen otros múltiples aspectos de la organización partidaria que  son  muy  importantes  y  que  deberán  ser  revisados  en  un proceso de modernización. Piénsese solamente en que tenemos un Estado Unitario centralista que viene del siglo XIX, de los albores de la República y que desconoce el creciente proceso de descentralización que ha vivido y seguirá viviendo el país; y   sin embargo, el partido sigue practicando un centralismo santiaguino asfixiante que   llega con su largo brazo hasta la última y perdida comuna  del  extremo  norte  o  del  extremo  sur  del  país  con  el propósito indesmentible de tener el control interno de la militancia, sin   consideración   alguna   a   criterios   de   eficacia,   eficiencia, participación o tolerancia a la diversidad interna. Nada.

      No   se trata de desconocer la dureza de la política que, en definitiva, es la lucha por el poder. El problema es que transforma esa lucha en una mera operación instrumental y no en un debate por las ideas respecto de qué es lo mejor para el país, para la región o para esa comuna en particular. Esta realidad explica, entre otras razones, en  parte la fuga de muchos militantes y la dificultad para atraer otros nuevos.

      Este problema está relacionado directamente con la forma en que se toman las decisiones al interior del partido, cuestión que también  es  clave  resolver  en  un  proceso  de  puesta  al  día  del partido.

      Para comprender mejor los aspectos relacionados con los otros dos elementos de un partido, como son la militancia (el elemento personal) y las ideas (el elemento doctrinario), creo que es necesario tener presente que la política como proceso social tiene dos fases o caras: la fase agonal, que es la lucha por la conquista del  poder, y la fase arquitectónica, que es la etapa, una vez conquistado el poder, de construcción del proyecto ofrecido a la ciudadanía. En ambas fases, la militancia y las ideas, se juega la existencia y la supervivencia del partido.

      Los partidos políticos, en una democracia, luchan por el poder para concretar las ideas que tienen respecto de cómo esa comunidad humana debe vivir mejor.

      Por ello y para ello, los militantes son el capital humano con que cuenta el partido para ofrecer a la ciudadanía y obtener su respaldo. Será esa militancia la que, una vez conquistado el poder, tendrá que asumir las tareas de la fase arquitectónica para la construcción del orden deseado. Tarea determinante será, en consecuencia, tener una militancia preparada para asumir la noble tarea  de  conducir  la  comunidad  y  administrar  la  convivencia humana. Estas tareas se asumen desde el Estado.  Sabemos que desde la creación del Estado Moderno, solo unos cuantos siglos atrás, con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, las comunicaciones y el transporte, se ha tornado cada vez más compleja la tarea de su administración. Por ello, que la formación política del militante se torna una tarea obligatoria. Estoy hablando de formación política y no de formación técnica que el militante la adquirirá en su currículo de estudios.

      En  el  cristianismo  están  los  fundamentos  principales  de nuestra ética política y por ello debe ser parte primordial de nuestra formación.  El  militante  debe  ser  formado  en  la  teoría  y  en  la doctrina. Por medio de la teoría aprenderá a conocer cómo es el mundo del Estado y de la Sociedad, de la Política y del Poder. Comprenderá cómo funciona y cuál es su lógica. Por medio de la doctrina (la nuestra) hará un juicio de valor  sobre esa realidad y, estableciendo fines y medios, mantendrá lo que haya que mantener y cambiará lo que haya que cambiar. Por eso que, más allá  de los eslóganes, ser un partido de centro es moverse entre la estabilidad y el cambio. Jamás la fosilización y tampoco el infantilismo revolucionario. El partido es vanguardia en cuanto está abierto a los cambios que experimenta el mundo. Y esos cambios los hará con fuerza y decisión, pero al mismo tiempo con la necesaria responsabilidad, como lo hizo Frei Montalva con la Reforma Agraria, con la Sindicalización Campesina, la Promoción Popular y tantos otros cambios de los cuales hoy nos enorgullecemos.

  Para hacer los cambios necesarios el militante debe trabajar también los conceptos de eficiencia y eficacia. Las cosas hay que hacerlas bien. Si el militante es el capital humano que hará las tareas cuando se llegue al gobierno, el partido tiene la obligación de formarlo. De ahí que toda persona que en la DC quiere obtener la calidad de candidato a un cargo de elección popular, ya sea concejal, consejero, alcalde o parlamentario, debería pasar por distintas etapas y grados de formación política. La idea es ofrecer a la ciudadanía a los mejores, los más preparados desde el punto de vista político y en cualidades morales.

  Tener organización partidaria a lo largo y ancho del país debiera permitirnos tener una radiografía completa de la realidad y de los problemas de las regiones, comunas, ciudades y localidades. De ahí que la formación de todos los militantes también debe contemplar la necesaria especialización acorde con la realidad que le toca vivir, como también de las funciones gubernamentales que le toca o aspira a desempeñar.

  El sello de la DC debería la calidad de sus militantes.

  Hoy no habrá excusas para no hacerlo. La nueva legislación contempla  el  financiamiento  público  de  los  partidos, por lo  cual debiera existir un centro de formación para los militantes que se hiciera cargo de esta importante tarea.

  La otra cuestión clave para todo partido es saber cuáles son sus ideas.

  Por una parte, sus ideas doctrinarias que sirven de guía para su acción y, tan o más importantes que ésta, sus ideas ideológicas y políticas, en cuanto éstas se traducen en los proyectos del aquí y del ahora que se ofrecen al país para obtener su respaldo para acceder al poder y que constituirá su acción concreta al frente del gobierno.

  Muchos dirán que nuestras ideas doctrinarias, ideológicas y políticas están en las actas de nuestros Congresos. Es posible que así sea; no vamos a discutir esto ahora. Lo determinante, desde el punto  de  vista  político,  es  responder  a  la  pregunta:  ¿Cuál  es nuestra imagen corporativa como partido, por qué   o por cuál de nuestras ideas nos identifica la gente? ¿Qué le suena o imagina la gente  cuando  escucha  democracia  cristiana?  ¿Cuál  es  nuestro relato o nuestro cuento por el que la gente nos conoce? Y por otro lado ¿Cómo nos presentamos los demócratas cristianos frente a la gente? ¿Qué le decimos respecto de lo que somos?

  Podemos tener una organización obsoleta, podemos tener militantes más o menos formados, pero si no tenemos ideas, entonces no tenemos nada que hacer. Pasaríamos a ser (¿acaso ya  no  lo  somos?)  -como  lo  diría  el  maestro  Jaime  Castillo-  un partido de administración (casi una mutualidad).

  Tenemos que ofrecerle ideas al país respecto de su presente y de su futuro para que volvamos a reconcursar y recuperar su confianza.

  En una organización democrática, fuerte, transparente, participativa, informada y moderna; en militantes activos y bien formados, capaces de asumir con solvencia responsabilidades en el servicio público; y en la claridad de nuestras ideas, ahí estará nuestra fortaleza. Atrás dejaremos a esos dirigentes a los cuales se les escucha quejarse de que nuestros socios nos tratan mal. La política es el ejercicio del poder y no puedes esperar que nadie te regale nada.

  Si tenemos fortaleza en nuestra organización, nuestros militantes y nuestras ideas tendremos el respeto de todos.

4. La DC y el futuro

  En gran parte, el futuro de la DC dependerá de nosotros mismos. Para ello debemos tener la visión y la sabiduría necesarias para entender el momento que vive el país y el mundo y leer los signos de los tiempos. Si pensamos que cada uno de nosotros puede seguir en la pelea corta haciendo operaciones internas, si pensamos que debemos seguir siendo un partido de administración, si seguimos teniendo una mentalidad de mutualidad, entonces seguiremos muriendo lentamente.

  En cambio, si levantamos la vista y miramos el horizonte creo que, sigue vigente, en el siglo XXI, la necesidad de la existencia de un partido político que tenga su inspiración en el cristianismo, para luchar contra los abusos, la desigualdad, y por un mundo mejor basado en un desarrollo sustentable, en la solidaridad y la justicia social, en una comunidad de hombres y mujeres libres.

  Pero para ello, hay que jugársela, no tener miedo a los poderosos,  atreverse  a  tomar  decisiones;  en  definitiva,  no  ser “agüita perra” y andar siempre dando explicaciones respecto a que los democratacristianos no somos ni “chicha ni limonada”.

  Tendremos que tener en su momento nuestra propuesta programática, pero, dentro de ella,  tenemos que tener un conjunto de ideas y objetivos políticos por los cuales la opinión pública nos reconozca y tengamos nuestro discurso que nos identifique.

  Este relato tiene que ser clarificador de lo que somos y proponemos, de tal manera que no existan dudas de nuestras ideas y objetivos. Al mismo tiempo, ella debe dar cuenta de la realidad y de cuáles son aquellos signos de los tiempos que nosotros como partido queremos construir en la conducción del Estado.

  En base a ello, me atrevo a proponer, para un debate democrático al interior del partido, algunas ideas que deberían conformar nuestro relato, en el entendido que estas son ideas específicas nuestras,  ya  que existen  otras  que  son  comunes al mundo progresista y que compartimos y, por esa obviedad, yo las doy por asumidas y nos las consigno, como la necesidad de una Nueva Constitución y tantas otras. Aquí se proponen un conjunto de objetivos políticos que nosotros podemos y debemos impulsar y que, junto con el resto   de los objetivos compartidos, puedan configurar, en el futuro, una nueva plataforma que ofrecer al país con vistas al 2017:

a) Estamos en contra del modelo neoliberal de economía impuesto   por   la   dictadura.   Nuestro   modelo   es   una economía social y ecológica de mercado.
  El modelo neoliberal se basa en el individualismo, que genera abusos y desigualdades inhumanas, valores que son ajenos a nuestro acervo doctrinario basado en la persona humana, que tiene igualdad de origen y destino, y contrario a la ética del cristianismo.
  No estamos en contra de los empresarios y de la empresa; estamos en contra de los abusos del capitalismo que genera una cultura del individualismo, del clasismo y de la codicia sin límites. Por ello, es clave la acción reguladora y fiscalizadora del Estado.
  Sin el factor trabajo no hay empresa posible. Por ello, los trabajadores tienen derecho a organizarse y a negociar colectivamente, acerca de cuál será, en el funcionamiento de la  empresa,  la  retribución  y las  condiciones  que  tendrá  el factor trabajo.
  En una economía social y ecológica de mercado no todo se transa en el mercado como en el modelo neoliberal. La educación, la salud y la previsión para la vejez no son bienes de consumo. Ellos están sometidos a un régimen de bienes públicos, al igual que la defensa nacional y la seguridad pública.
  Desarmar esa estructura construida durante la dictadura es un objetivo político que debe hacerse con responsabilidad, de manera gradual y sostenida.

b) Un nuevo Estado para el siglo XXI. El Estado chileno tiene la misma  estructura  básica  del  siglo  XIX,  cuando  se estableció como unitario, centralista y monocolor. Después de
200 años esa estructura está obsoleta, porque responde a otros tiempos.
Muchos creen que estado unitario es sinónimo de unidad nacional, rechazando ciegamente cualquier cuestionamiento. Están equivocados. Estado unitario significa simplemente que hay un solo centro impulsor del poder; es decir el poder está centralizado; al revés de lo que sucede en un estado federal donde existen múltiples centros de poder como sucede en Estado Unidos. Y en ambos casos no está en cuestión la unidad del Estado. Lo que sucede es que esa estructura respondió a la realidad del siglo XIX y no se aviene con la realidad del Chile del siglo XXI. Cuando se estableció, los miembros de la aristocracia criolla competían con Concepción y Coquimbo y hacia ellos se dirigió este centralismo. Hoy día todo conocemos la realidad de Chile.

Por ello, debemos tener una nueva estructura del Estado:

  1.-Un Estado descentralizado, regional y localmente. En lo sustantivo, tomar en cuenta las propuestas de la Comisión

  Asesora Presidencial de Descentralización.

  2.-Debemos apostar por el poder local que es el Estado más cerca de la gente, creando muchas otras comunas a lo largo del país por el positivo balance que existe respecto del papel jugado por los Municipios en el desarrollo, dotándolos de mayores recursos y competencias. Estoy cierto que si tuviéramos poderes locales fuertes más rápido terminaríamos con la pobreza.
  El poder local con los Municipios y el poder regional con el Consejo Regional, debe ser el ancla de la DC para una auténtica participación democrática en el   Estado del siglo XXI.

  3.-Debemos tener un Estado Plurinacional. El monocolor fue establecido en otros tiempos por los españoles y criollos que invisibilizaron la rica y diversa realidad sociológica que existía en ese entonces. Hoy en el siglo XXI el país debe sincerar  su  realidad,  reconociendo  la  existencia  de  los pueblos originarios como actores políticos y sujetos de derechos colectivos, de la manera como lo han hecho los países desarrollados del mundo, como Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelandia, etc.

  4.-Debemos tener una Cancillería potente acorde con el mundo globalizado. Por ello la modernización del Ministerio de Relaciones Exteriores es clave en todos los aspectos para vivir en este siglo XXI y relacionarnos en primer lugar con nuestros vecinos, América Latina y el resto del mundo. Una Cancillería moderna y profesional que esté más allá de los vaivenes políticos internos  y que sostenga una  política  de relaciones exteriores que vele por los intereses permanentes de Chile.

  5.-Es menester tener un Sistema de Inteligencia Política al más alto nivel del Estado, para que nunca más una Presidenta pueda decir que se enteró por la prensa de ciertos hechos, o un Presidente sostener que nunca supo que un artículo, contenido en una indicación que él firmó, había sido redactado por una empresa que, al mismo tiempo, repartía dinero para las actividades políticas de algunos de sus colaboradores  o  miembros  de  su  coalición. La  experiencia positiva, en algún momento, de un potente “segundo piso” que asesoraba, debe completarse con un sistema que procese información, de fuentes abiertas, del nivel local, regional, nacional e internacional para que el Jefe de Estado esté oportunamente  y  eficazmente  informado  para  que  pueda tomar correctas decisiones políticas en interés del país.

  c) La Seguridad Pública. Este es un problema que no podemos eludir. Pero debemos enfrentarlo desde una perspectiva distinta al modelo de la derecha basado en la represión, el clasismo, la elevación de las  penas  y la  cárcel. Debemos preguntarnos por qué existe tanta violencia y delincuencia en este “paraíso del modelo neoliberal”. Debemos construir un modelo de seguridad pública que se haga desde abajo, con participación de los vecinos y de los municipios, dotando a éstos de nuevas competencias para tales efectos y de los correspondiente recursos. Debemos construir un conjunto de políticas  públicas  desde  abajo,  con  los  municipios,  en  el ámbito de la capacitación, del emprendimiento, de bolsas de trabajo, de la cultura, del deporte, de la educación, con la participación del   conjunto de las diversas organizaciones comunitarias de la sociedad civil, y también del trabajo coordinado, pero no desde el centralismo, con las policías. Este implica también un cambio cultural en el conjunto del país para que los sectores populares marginalizados no vean a Chile como la sociedad del abuso, de las desigualdades, del clasismo y del racismo.
  La DC debería  planificar con todos sus candidatos a Alcaldes y Concejales, a lo largo de todas las comunas del país, un programa  con las organizaciones comunitarias paras trabajar en esa dirección. En esas condiciones nuestros candidatos llegarían no a pedir el voto sin más, carentes de contenido, sino a motivar y escuchar a la comunidad en este problema que es tan demandante por todos los sectores.

  d) Los niños. Nos declaramos los defensores de la familia (en sus variadas  formas agrego yo) y, por lo tanto, tenemos que tener puesta nuestra mirada puesta ahí. En los niños está la simiente del futuro y por ello la acción del estado descentralizado será determinante para dar el apoyo a las familias que lo necesitan.

  e) Las Mujeres. Con las mujeres hemos avanzado, pero todavía falta mucho camino que recorrer en su participación en los diversos ámbitos de la sociedad como la política, la empresa, lo laboral, etc. La DC debería implementar una política de vanguardia  en  este  sentido,  abriendo  las  puertas  a  las mujeres de Chile y ofreciéndoles un espacio real de participación, de representación y de dirección.

  f)  Nuestros viejos. Ellos  serán  (seremos) muy pronto, cerca de un 25 % de la población del país; probablemente ellos constituyan uno de los sectores más vulnerables con su dependencia, sus fragilidades , sus enfermedades, su soledad y sus pensiones. Debemos hacer un cambio sustancial con el inhumano sistema de las AFP, con seriedad, responsabilidad, técnicamente    sustentable   y   con   participación   de   los cotizantes, de los empresarios y del Estado. Sabemos que, en el mundo, este es un gran tema: la forma cómo la sociedad se hace cargo de las generaciones pasadas que construyeron el país y hoy no están en condiciones de trabajar.
  Para ayudar a vivir con dignidad a nuestros adultos mayores, el poder local y regional es fundamental para llevar a la práctica políticas públicas en el ámbito de la cultura, del deporte recreacional, y de la asistencia en la salud. Cada comuna debiera tener casas de acogida para el día y de larga estadía para aquellos de nuestras ancianas y ancianos que lo necesiten.

g) El   Transantiago:   Un   error   que   debe   ser   reparado.

Entendemos que una política pública como el transporte sea un tema complejo aquí y en cualquier parte del mundo. Existe un   consenso   que   en   el   diseño   e   implementación   se cometieron     errores.     Reconocerlo     no     tiene     porqué disminuirnos.

Pero, lo concreto es que hoy miles, por no decir millones de nuestros compatriotas santiaguinos, digámoslo derechamente el pueblo de a pié, esperan y exigen una reparación. Esta situación atenta contra la dignidad de las personas, pues afecta al mínimo de calidad de vida al que todos tenemos derecho: salir de madrugada, hacinados, para ir al trabajo, y volver tarde noche al hogar, sin tiempo para el descanso y la familia no puede seguir ocurriendo.

La DC debería tomar esto como propio y nombrar ahora ya una comisión de expertos que, junto con nuestros candidatos a alcaldes y concejales de la región metropolitana, trabajaran junto con las organizaciones comunitarias una propuesta para el próximo gobierno para hacer una reingeniería del sistema. Dos comentarios más sobre el tema: una de las posibilidades es la incorporación de un transporte público con participación del Estado y/o de las Municipalidades. Hoy la Constitución vigente lo impide a menos que se dicte una ley de quórum calificado que lo autorice, con la trampa que en el caso que esa ley se  dicte,  dicha empresa, con  participación estatal, debería regirse por las normas del sector privado. Y el otro comentario  es  que  Santiago  no  resiste  más  autos  y  más gente: en unos 10 o 15 años  más no van a tener donde colocar los autos y, con respecto a las personas hay que implementar una política de incentivos para que la gente se vaya    a    las    regiones.    Hoy    Santiago    está    saturado concentrando más del 40% de la población del país.


  h) Por un Chile Verde. El cambio climático es una oportunidad ineludible para trabajar por nuestros parques nacionales, nuestros santuarios de la naturaleza, nuestras áreas silvestres protegidas, por un cambio de la Conaf y el establecimiento de una nueva y más potente institucionalidad, para trabajar con las organizaciones de la sociedad civil que se dedican a estas áreas específicas, para trabajar con los ingenieros forestales para el bosque nativo, para la derogación del Decreto Ley 701 que subsidió a las grandes empresas forestales, y dictar una nueva legislación en beneficio de los micro, pequeños y medianos productores y, en particular, por el bosque nativo, para establecer un nuevo modelo de negocios para las empresas forestales, propietarias de las de las plantaciones que afectan la flora, la fauna y las aguas; para reformar el régimen de las aguas.
  Una nueva oportunidad para  trabajar  con los  municipios  y gobiernos regionales para llenar de árboles nativos nuestros pueblos, ciudades y sus entornos, haciendo en el mapa de América una larga y angosta franja verde.

  i) El agua. Es vida. El cambio climático y los bosques artificiales han producido un enorme efecto en el agua para el consumo humano y para el riego. A miles de hogares de modestos campesinos de gran parte del país se le entrega agua en sus casas para que puedan comer, lavar su ropa y para uso personal, en camiones aljibes con un enorme costo financiero y un trabajo hecho con dedicación de los gobiernos regionales y locales. Éste es un atentado a la dignidad que golpea a estos modestos hogares del campo.
  De igual manera, sucede con el agua para el riego. En este caso las aguas de los ríos “van a dar a la mar”, puesto que no es posible su uso por pertenecer a particulares en virtud de la privatización de las mismas efectuada por la Constitución del  80. Solamente es posible la compra de los derechos de agua, que por estar en el mercado su precio implica enormes costos que solo puede financiar el Estado. De igual manera no es fácil la acumulación de las aguas lluvias, porque se requieren embalses acumuladores que enfrentan dificultades financieras y políticas.
  Es necesario, en consecuencia, una reforma de la legislación y una firme decisión política para avanzar en solucionar este grave problema, pero que, al mismo tiempo, nos permitiría una tremenda oportunidad de desarrollo al incorporar miles de hectáreas al riego, ampliando y diversificando nuestra matriz en alimentos para Chile  y el  mundo  y superar también la pobreza con oportunidades para campesinos y productores agrícolas.

j) La   Innovación.   Debemos   impulsar   la   creatividad   y   el emprendimiento,   propios   de   la   naturaleza   humana   que siempre busca nuevos horizontes para los cambios que necesita la sociedad en sus procesos productivos y para su desarrollo,  que  hace  ciencia  e  investiga.  Por  lo  tanto,  el Estado tiene que tener claros objetivos políticos que impulsen la creatividad para ir innovando y no quedar anquilosados en todos nuestros sistemas.

k) La cultura. No hay una sociedad con mejor calidad de vida sino impulsamos la cultura en todas sus expresiones. La DC debe tener esto como objetivo estratégico en la construcción de una nueva sociedad más justa y más solidaria. Con la música, el teatro, la poesía, el cine, y todas las expresiones artísticas en  general, la  gente  será  más feliz  y le dará  la fuerza interior para vivir y construir una sociedad mejor, libre de tantos abusos y desigualdades. Podemos ser mejores personas. Por ello, la DC debe trabajar, en esa dirección, con políticas públicas nacionales, desde los gobiernos regionales y en el poder local de los municipios.

l) Los pueblos originarios. Siempre me ha llamado la atención la escasa aproximación de la DC, por no decir ninguna, con los pueblos originarios de Chile. Estoy hablando de un acercamiento político en serio, y no de lugares comunes o afanes utilitaristas electorales, internos o externos.
  Digo que me llama la atención, dado el fundamento cristiano del partido.
  Si se va a las fuentes, el cristianismo rompe con el monocolor del judaísmo, religión que solo pertenecía al pueblo elegido. El cristianismo es la religión de la diversidad que se abre a los gentiles, al mundo pagano, a los cientos de pueblos y etnias que convivían con el pueblo judío. El propio Jesús lo expresa al pueblo samaritano que era enemigo de los judíos. Y para que hablar de la acción de San Pablo, el apóstol de los gentiles.
  Esta valoración de la diversidad nunca se ha expresado en un juicio crítico de la DC al tipo de Estado monocolor que se instauró en Chile en el siglo XIX.
  Simplemente,  creo  que  esta  es  una  tarea  pendiente  del  partido. Tarea para la casa de estudiar la Historia de Chile, la formación del Estado y su relación con los pueblos originarios y, también, por supuesto el nuevo derecho internacional de los pueblos indígenas. Y formar a sus militantes en ello, y a partir de ahí adoptar las decisiones políticas pertinentes, para salir del atraso en que se encuentra. (Para ser justos es una tarea pendiente del conjunto de las clases dirigentes del país, con las excepciones que por supuesto existen. Basta ver los palos de ciego que siguen dando los distintos gobiernos para enfrentar la situación de conflicto de la Araucanía, de Arauco y de otras localidades).

  m) Santiago  no  es  Chile. El crecimiento  y congestión de la región metropolitana vislumbra un panorama poco alentador para el futuro. Hay que buscar fórmulas para  que la gente se vaya de Santiago  e impedir  que la gente emigre hacia a la capital. Este es un tema complejo y de difícil solución. Pero no sirven medidas a medias: se requiere una fuerte voluntad y decisión política para remar en sentido contrario. Basta ver la situación de algunas grandes ciudades metropolitanas (estoy pensando en Ciudad de México, Sao Paulo) para imaginarse lo que espera a los santiaguinos sino se toman medidas a tiempo.  Hay  que  caminar  a  buscar  fórmulas  e  incentivos desde el gobierno central con los gobiernos regionales y locales para que la gente ocupe nuestro vasto territorio y no siga incrementando el mas del 40% de habitantes del país que representa   la   región   metropolitana,   con   todas   las externalidades negativas que ello implica, comenzando  por la merma en la calidad de vida.

  n) Las ciudades de Chile. Todo sabemos que nuestro país es muy clasista, partiendo por la educación que es segregada y llena de castas según tu situación social y económica. En las ciudades  pasa  lo  mismo.  Hay  dos  Chile  (vean  Santiago)  ¿podemos seguir así, con estos niveles de desigualdad? Tenemos  que  hacer un  esfuerzo  en  dotar a  los  territorios donde vive el pueblo chileno (la clase media y los sectores populares) de una mejor calidad del entorno. Espacios públicos, plazas, parques recreacionales, árboles nativos, canchas, gimnasios, paseos, ciclovìas, etc. De nuevo, el esfuerzo ministerial respectivo en un trabajo conjunto con los gobiernos regionales y locales.

  o) La rehabilitación cultural de Chile. Los problemas que hoy tiene el país tienen una raíz cultural: el individualismo, el materialismo, el consumismo, la codicia, el clasismo, el racismo,   las colusiones y la prepotencia, hacen de Chile el país de la desigualdad y de los abusos, explicando el desprestigio de los políticos y de las instituciones. No basta un cierto progreso material relativo si la persona se siente menoscaba  en  su  dignidad.  La  credibilidad  llega  a  cero cuando se ve cómo los poderosos dominan la sociedad mediante la colusión de la política y el dinero. El ciudadano de a pie ya no cree en nadie. Por ello, la DC tiene que entender este fenómeno social como un llamado urgente a revisar nuestros cánones éticos y nuestra conducta; por ello nuestra lucha no es sólo por el progreso material mediante políticas públicas adecuadas, sino fundamentalmente una lucha por un  cambio cultural en la “calidad humana” de todos nosotros, los ciudadanos de Chile.

p) La política y el dinero. Si a algún militante le gusta el dinero, está en su derecho. Pero entonces, dedíquese a los negocios y abandone  la  política.  Seamos  claros  y  no  hagamos contubernios.

5.- Precisiones Finales.

1. Este no es un trabajo académico: es un documento para la discusión   de mis camaradas del partido. Tampoco es la palabra final; es un sólo un elemento más para el debate de nuestras ideas.
  2. Este no es un documento programático: es un conjunto de objetivos políticos que, después de un debido debate, podrán constituirse y transformarse en un programa para la acción. Primero tenemos que debatir nuestras ideas.
  3. Este documento contiene un conjunto de ideas que pueden transformarse en un “relato” para que la gente nos identifique y sepa lo  que somos  y nosotros podamos decir, también, quiénes somos y qué pensamos del Chile de hoy.
  4. Este documento no pretende agotar todos los temas. En él se contienen aquellos temas que nos pueden identificar en un futuro próximo y contingente.
  5. Este documento no toca un conjunto de temas   como, por ejemplo, una nueva Constitución, la salud, la educación, y otra temática más general como la política de vivienda, minería, agricultura, etc. (temática de identificación general para la NM y otros sectores), porque el propósito era buscar un conjunto  de objetivos políticos que nos dieran una identidad propia a la hora del debate público.
  6. En este documento no se tratan dos importantes temas: el futuro  de  la  coalición  y  las  elecciones  presidenciales  del
  2017.Primero ordenemos la casa; ya habrá tiempo para la coyuntura.






  Otoño del 2016.