viernes, 8 de enero de 2010

Se acaba el tiempo hora de definiciones.




En notable el problema para tomar decisiones que tienen muchos en este país. Y la segunda vuelta es un mecanismo muy interesante para ver como afecta a muchos que les cuesta definirse. Le dan vueltas y vueltas para finalmente evitar las consecuencias de sus opciones. Si se es de izquierda no se puede favorecer a la derecha. Así de simple. Si uno cree ser progresista no puede justificar ayudar a Piñera.

Pero entre echarle la culpa a Escalona, Latorre y a Frei mismo, insisten en buscar una explicación que los justifique en su indecisión. Otros son los culpables de que voten blanco y/o nulo, de hecho sostienen que es la Concertación la que los impulsa a hacerlo. Saben que esa opción favorece a Piñera pero eso parece no importarles.

Argumentan una especie de consecuencia con ideales no cumplidos o con expectativas que han sido defraudadas por otros. En el fondo no se asume que estas son las opciones que el pueblo de Chile decidió en la última elección, y que si no hay otras con suficiente apoyo es solo el fracaso o la inacción en la construcción de estas.

Dura y triste constatación de una especie de mercadeo de la política: ninguna de las alternativas me gusta así que no me caso con ninguna, pues tengo una autonomía que defender. Esta es una ilusión burguesa en que las opciones en democracia se hacen al gusto de los individuos. Y la verdad es dura: estas son creaciones colectivas.
Este afán por representar una alternativa distinta surge en medio de las elecciones y les permite adquirir un protagonismo inesperado. Hay que convencerlos de que opten por el mal menor. Pero poco esfuerzo por la construcción de estas se vio en otros momentos. Surgen cuando hay que decidir.

Hace unos días un conocido de la época de los 80 concluyó una intervención mía con una voluntariosa exclamación: “te compro”. Con una ironía que me asustó. Le respondí que no estaba en venta y que no era vendedor. Que me alegraba si mis argumentos le importaban, pero que el problema de decidir era de él y no mío. Ahí me acordé.

Era este nuestro razonamiento respecto de aquellos que nos miraban desfilar en las protestas estudiantiles contra Pinochet. De hecho algunos inventaron un grito muy folclórico para “los mirones”. No era nuestra intención rogarles que estuvieran contra la dictadura, lo considerábamos un deber moral. Nuestra seducción era de principios y no de propaganda de cosméticos.

Hoy día que he escuchado fundamentos de fondo en la crítica a la Concertación, a la campaña, al candidato, a los partidos me queda claro el desafío de renovación que tenemos por delante. Los datos políticos lo avalan como central en la refundación de una mayoría por los cambios.

Pero no he visto ningún argumento valido para favorecer a la derecha desde una perspectiva, democratacristiana, de izquierda o simplemente progresista.

Tampoco he visto en las defensas del voto blanco o nulo la más minima preocupación por las consecuencias de la aplicación de un programa de derechas como el de Piñera, sobre los más pobres y los sectores medios. Ni las consecuencias nacionales e internacionales de dicha alternativa. Por cierto, ninguna justificables desde ninguna perspectiva democrática ni popular.

Algunos improvisan programas de acción política que criticando a todos considera que la llegada de la derecha es inevitable y que eso es bueno por que ahora si vendrá la lucha de verdad y construirán ahora el verdadero referente. Lo cual recuerda etapas de evasión de la realidad de periodos anteriores. En su derecho estan de construir el referente que quieran y con quien quieran, pero entiendo que esas cosas no se improvisan en periodos electorales. Mas bien me huele a justificación. Ademas si el objetivo es tan epico, para eso se requiere legitimidad moral y no la actitud derrotista que expresa esta posición. ¿Que legitimidad moral puede salir de apoyar a la derecha para construir un proyecto progresista o que pretenda representar a los pobres de Chile?
Para lo que sirve este dogmatismo, es para dividir en tiempos que lo urgente es la unidad. Dividir para que gobierne la derecha, no es el camino.

Todos saben que votar nulo o blanco favorece a Piñera pero algunos insisten aunque el mundo se venga abajo, olvidan que en nuestro mundo hay pobres y chilenos que pagaran caro esta porfía. Ni siquiera repiten el antiguo eslogan de exacerbar las contradicciones que tantas barbaridades políticas justificó. Sencillamente no hay argumentos para esta indefinición que ayuda a la derecha.

Para dolor de algunos y espectáculo de muchos la historia llega a un punto en que hay que decidir y asumir las consecuencias.

El pueblo chileno lo definió así en primera vuelta:
La alternativa de hoy es la derecha representada por Piñera y las fuerzas progresistas y democráticas representadas por Eduardo Frei R-T.

No hay escapatoria, el voto blanco y el nulo solo influyen haciendo más fácil la tarea del que encabeza los aprontes de acuerdo a la primera vuelta: Piñera. Por lo tanto es un apoyo objetivo a la derecha.

No hay mas espacio ni tiempo, no se puede arrancar de la historia.

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